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domingo, 22 de julio de 2012

275. El hombre con bigote (3), en 400 palabras (ciento noventa y cuatro).

El hombre con bigote (3)

Estaba serio, el hombre, muy serio y cariacontecido. Yo estaba sentado en un banco del parque que tengo enfrente de casa, leyendo el periódico y con mi perrita Pizca sobre mis piernas (Pizca es pequeña y mimosa), cuando el hombre del bigote se sentó a mi lado, esta vez muy callado y con la cabeza gacha. Antes de decir nada, aguardé un minuto por si hablaba él. Pero seguía callado. “¿Qué le pasa hoy, hombre? Está usted muy silencioso”. “Sí, así es. No tengo ganas de hablar”. “¿Y eso?”. “Bueno, que un amigo mío me ha echado una bronca”. “¡Vaya! Lo siento. ¿Y por qué ha sido?”. “Pues por lo último que le dije a usted. También se lo dije a él y me soltó: ‘joder, sigues echando la culpa a los políticos. No tienes ni puta idea, eres un ignorante y un gilipollas y no has entendido nada. Es que no te lees las cosas que te mando, y así te va’. Me ha dolido, ¿sabe usted? Porque, en parte, es cierto lo que dice y yo me he limitado a poner a parir a los políticos, a éstos y a los otros, aunque también dije que ‘los banqueros son unos ladrones, los jueces, unos cantamañanas, los empresarios, unos egoístas, los sindicatos, unos desgarramantas, los trabajadores, unos vagos, los nacionalistas, unos pueblerinos…’ si se acuerda”. “Sí, sí me acuerdo, usted lo dijo así, literalmente”. “Pues será que no se lo dije a él. La crisis saltó por la codicia humana, encarnada en los banqueros y especuladores. Todos ellos son unos hijos de puta que nos han estafado para ganar grandes sumas. Controlan todo y la codicia les perdió. No cito a las cajas, que ahí los políticos que las gobernaban crearon auténticos agujeros negros. Y ahora pagamos todos. Claro que los políticos no han sabido hacer nada a derechas (o a izquierdas, según se mire). Son unos inútiles. Unos por no reconocer la que nos venía encima ni controlar el tremendo despilfarro; otros por no saber atajarlo de un golpe, sino jodiendo con cuentagotas. Son unos egoístas: entre ellos ni se tocan y siguen dejando dilapidar nuestros dineros a las autonomías y empresas públicas. Mi amigo tiene razón, yo también. En resumen: banqueros y políticos son un desastre. Aunque debamos reconocer que quien manda es el dinero, claro. Siempre fue así”. “Sí”, le contesté.

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