Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

Querido visitante: gracias por pasar por aquí y leerme.
Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
A mí me sirve de entretenimiento y si a ti también te distrae, ¡estupendo!.
Si, además, dejas un comentario... ¡miel sobre hojuelas! Un abrazo,
Guarismo.

domingo, 27 de junio de 2010

170. Tu risa, en 400 palabras (ciento diez).

—Me gustas más cuando ríes.
—Pues hoy no río.
—Es una pena.
—No es una pena. No todos los días se ha de reír.
—Yo creo que sí. La risa es muy sana. Además, es contagiosa y yo necesito que me contagies con tu alegría.
—Eso es muy cómodo... ¿por qué no te ríes tú?
—Yo me río cuando tú te ríes.
—Podría ser al revés, ¿no?
—No, yo no sé reírme sin ti.
—Pues hoy no busques mi risa, que estoy triste.
—Ya, ya lo veo. Y es una pena, insisto.
—¿Has probado a reírte tú?
—Sí, lo he probado, pero no me sale. Necesito tu risa.
—No estoy de humor.
—Cuéntame por qué.
—No, no sabría explicarlo. No sé qué me pasa.
—¿Lo intentamos?
—No, no insistas. Creo que lo mejor es dejarlo. Ya se me pasará.
—Como quieras.
...
—Oye.
—Qué.
—Necesito tu risa.
—Y yo.
—¿Entonces?
—Entonces, ¿qué?
—Pues que te rías.
—No puedo.
—¿Todavía no?
—No.
...
—¿Sabes? Tu risa es como la vida para mí. Es un soplo de aire fresco, es el sol que me alumbra cada día, es el agua clara que baña mi cuerpo, es...
—¡No seas cursi!
—Vale, pero adoro tu risa.
—No es para tanto.
—Sí, lo es. Sin tu risa el día está como nublado, no luce el sol.
—Pues hoy lloverá. Es más, hoy va a diluviar.
...
—No te enfades, pero déjame preguntarte: ¿qué puedo hacer para que te rías?
—Nada.
—¿Te hago cosquillas, te cuento un chiste?
—No te esfuerces. Y no me canses más, que hoy no tengo ganas de reírme.
—Como quieras.
...
—¿Sigues triste?
—Sí.
—¿Me lo quieres contar?
—No.
—¿Es por mi culpa?
—No lo sé.
—¿Quieres que me vaya?
—No.
—¿Te vas a reír?
—No.
—Ven, que te enseño algo.
—¿Qué es?
—Una foto.
—¿De quién?
—Tuya.
—¿Y por qué tengo que verla?
—Porque en ella te ríes... a ver si te contagias.
—Hoy no, no estoy de humor, ya te lo dije.
—Pero si la ves a lo mejor te ríes.
—No quiero.
—Allá tú.
...
—Está lloviendo.
—Ya te lo dije. Y diluviará.
—Si te rieras, no llovería.
—No lo creo, llovería igual.
—Prueba a reír y dejará de llover.
—No estoy de humor.
—¿Por qué?
—Porque no me río.
—¿Qué te pasa?
—Creo que la he perdido.
—¿Has perdido qué?
—La risa.
—¿La buscamos?
—No. No aparecerá.

sábado, 19 de junio de 2010

169. Historia cursi y antigua en versos haikus

Contaré una
historia en versos haikus:
Érase una

vez una mujer
bella; tan bella que no
era posible

mirarla sin que
los ojos quedaran tan
deslumbrados que

parpadearan
ante tanta belleza.
Pero llegó el

día en que un
hombre resistió tanta
hermosura y

la miró sin que
su mirada cediera.
Imperturbable,

ella le dijo:
“¿Por qué me miras así?”
“Eres muy bella”,

respondió él sin
pestañear, “y quiero
quedar contigo”.

“Pues tú me gustas.
Puedes invitarme a
cenar y bailar”.

“Hecho”, dijo él.
“Vendré por ti a las diez”.
“Sí, de acuerdo,

aquí estaré”.
Y a las diez llegó con
ramo de rosas

que le entregó
embelesado, y la
besó muy suave

en la mejilla.
Ella respondió con su
sonrisa dulce,

como siempre que
recibía halagos:
“Gracias, amigo”.

“¿Amigo? Aún no
nos conocemos, bella
dama. Pero lo

seremos, cierto”.
Cenaron exquisito,
luego bailaron

y, al terminar,
se dijeron: “Sigamos.
¿Adónde vamos?”

“A mi casa, si
quieres, que esta noche estoy
sola. Podemos
jugar y jugar,
disfrutar y reír con
nuestras palabras”.

“¿Sólo palabras?”
“Aún no nos conocemos
suficiente, por

lo tanto, no nos
lancemos a más, que a
lo mejor no es

lo idóneo”.
“Pero entiende
mis deseos: yo quiero
ir más allá y

disfrutar de ti
en todo lo posible.
¿Lo harás por mí?”.

“No si antes no
me prometes que no me
harás daño con

tu osadía.
Que no me dejarás por
otra más tarde,

que no me dirás
que fue aventura que
luego olvidas,

que prometerás
volver conmigo para
vivir unidos,

que me pedirás
en matrimonio cuando
estés seguro,

que no me vas a
abandonar nunca, ni
olvidar jamás

que hoy fuimos dos
seres en uno solo,
y muy felices”.

domingo, 13 de junio de 2010

168. 10 de junio, en 400 palabras (ciento nueve).

10 de junio

He de contar lo que ocurrió un diez de junio de hace 39 años. Lo tuve que hacer el día diez, pero lo dejé pasar.

Acababa yo de dejar a una novia que tuve y, en plenos exámenes, me tomé la tarde libre para salir con unos amigos y con una idea fija en la cabeza: hoy ligo con una y mañana con otra; y pasado mañana con una tercera. Era fiesta (Corpus Christi, probablemente) y nos dio por jugar en una bolera. Terminada la partida, que supongo que perdí, nos fuimos a la calle Princesa, típico lugar por aquel entonces para ligar. Cafetería Peñavel. Nosotros éramos cuatro. Ellas, cuatro, también, en una mesa cercana. Tonteamos con miradas y gestos y alguna que otra invitación desde lejos. Nada. Mis compañeros, tímidos, más que yo, que ya lo era bastante. Pero a mí me atrajo la rubia del grupo y al final me decidí: “Si me reserváis a la rubia, las invito a un vino”, dije, y me lo prometieron. Me acerqué y, con mi mejor sonrisa y atrevimiento, las invité. Aceptaron. Mis amigos respetaron su palabra y me dejaron para mí a la rubia. Bebimos el vino y luego fuimos a tomar un helado al paseo de Rosales. La convencí para que viniera conmigo en moto, una lambretta de tercera o cuarta mano, de estudiante pobre (o rico, que era un lujo).

Hacía fresquito aquel diez de junio. Ella iba con traje de chaqueta y jersey blanco de cuello vuelto (¿se dice así?). Yo iba con jersey y sé que temblamos de frío sobre la moto mientras nos acercábamos al Manzanares, cuesta abajo. Pedimos el helado y yo me tomé el mío y el suyo (ella había cogido una indigestión de helados días antes y los aborrecía; a mí, me encantaban).

Me contó que esa tarde tenían previsto haber ido a Alcalá de Henares a tomar chocolate con migas o no sé qué, pero que se estropeó su flamante 600 y tuvieron que quedarse allí. ¡Qué casualidad! Si el 600 hubiera funcionado no la habría conocido. Me enamoró. Salimos al día siguiente y al otro, y al otro… Mis amigos me la reservaron bien… tanto como hasta hoy, 39 años más tarde. Y ya no es plan de ir hoy con una y mañana con otra, claro. Me quedé con las ganas… pero llevo feliz 39 años.

domingo, 6 de junio de 2010

167. La mar de cerca.

Un fin de semana delicioso en mis playas de Cái... con la mar de cerca.












Y un vídeo para cerrar los ojos, escuchar el rumor de las olas y creer que estamos allí...