Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

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sábado, 24 de julio de 2021

Esto es el Jolygud europeo, en 400 palabras (doscientas treinta)

Sí, somos el Hollywood europeo; no sé si en su vertiente dramática o cómica, pero peliculera en cualquier caso. No hace falta que el inefable personaje que nos gobierna quiera convertirnos en eso. Yo diría que ya lo somos.

A ver: en junio de 2020 ya vencimos al virus. En junio de 2021 ya no se obliga al uso de las mascarillas en espacios abiertos. En julio de 2021 ya vamos por la quinta ola con una variante india-delta que contagia a miles, una variante de la que solo iba a haber dos o tres casos, como nos dijo el nunca bien ponderado jefe del comité de expertos (comité que aún no sabemos si existió, existe o existirá algún día).

Ayer o anteayer, la supuesta responsable de la sanidad nacional ha dicho categóricamente que se necesitará una tercera dosis, cuando aún las autoridades médicas europeas o norteamericanas no lo han afirmado (digo yo que algo sabrán, aunque no lo tengo muy claro, dadas las continuas contradicciones en sus mensajes...).

Mientras tanto, unos dicen que faltan vacunas, otros que no, que es que se administran mal. Y, por si acaso, los países europeos que nos engordan la teta del turismo dicen ahora que no venga nadie aquí, que somos de alto riesgo.

Y cada trocito de esta nación, que va camino de no serlo, toma las medidas que le viene en gana o cree son las mejores, pero con permiso de los jueces. Jueces que dicen sí o no, depende. Porque, ¿para qué un criterio único? Perderían relevancia.

El Inefable II (el Inefable I ya lo fue el anterior gobernante apodado ZP) dice blanco (“invertid en mi país, que pagaréis pocos impuestos y os ayudaremos con bonificaciones”) y su ministra de no sé qué dice negro: “Los fondos de inversión tienen el objetivo de ganar dinero, pero los gobernantes... tenemos un objetivo central, y más en un gobierno progresista, que es distribuir la renta” (sic). O sea, hay que subir los impuestos a quien que invierta aquí. ¡Ah! Y algún presidente autonómico pidiendo más impuestos a otro para costear lo suyo. ¡Que paguen otros, faltaba más!

¿Y el lío de Catalunya con el aval impuesto por malversación a sus delincuentes políticos presos... condenados e indultados? ¡Qué cosas!

Más... pero no me cabe en estas 400 palabras.

¿No es esto Joligud? ¿O el camarote de los Marx? ¿O una tragicomedia de enredo?

martes, 20 de julio de 2021

Cataluña (perdón, Catalunya), un estado desde siempre, en 400 palabras (doscientas veintinueve)

Como todo el mundo sabe, Cataluña (perdón, Catalunya) ha sido de siempre un estado independiente. De siempre, desde los romanos. Existe duda de si con los celtíberos también lo fue... pero eso está muy lejos en el tiempo y no importa. Con los visigodos, desde luego. Y con los árabes, por supuesto. Tras la reconquista, tomada Granada, Cataluña (perdón, Catalunya) ni se inmutó. Siguió siendo un estado independiente que negoció con los reinos de Castilla y Aragón, Navarra y Portugal y demás reinos europeos para sacarles el mejor partido.

Fue así toda la vida. No sé cómo al Institut Nova Història no se le ha ocurrido proclamarlo a los cuatro vientos.

Ya sabemos, también, que Leonardo da Vinci, El Cid, Cristóbal Colón (perdón, Cristòfor Colom), Miguel Ángel, Beethoven, Agustina de Aragón (ahora llamada Agustina de Sabadell), Bill Gates, la Madre Teresa de Calcuta (hoy, Teresa de Cambrils), Einstein, Galileo y Jeff Brezos son todos catalanes. El Institut tiene dudas de si Aristóteles, Pitágoras y Sófocles también lo fueron; pero, créanme, seguro que sí, no tengo duda. Desde luego, hablaban catalá, hecho descubierto recientemente por los sabios del Institut al analizar en profundidad los últimos manuscritos encontrados. ¡Ah! Y Cervantes, catalán también, faltaba más, tradujo el Quijote de una obra catalana.

Y, por supuesto, todo el mundo sabe que el catalán es mucho más antiguo que el castellano. Es más, este deriva de aquel, hecho conocido por todos los hispanohablantes.

El Institut Nova Història nos dice (y esto no lo sabe todo el mundo, lo que es una lástima) que Catalunya no solo fue un estado, sino que fue un imperio: la Catalunya Imperial. Y, por supuesto, América no fue española, sino catalana. Hoy allí hablan español, no catalán, pero eso fue debido a detalles que no vienen a cuento (por ejemplo, digo yo, porque los frailes que llegaron no eran catalanes sino castellanos; los frailes catalanes estaban muy ocupados rindiendo pleitesía a los mandatarios catalanes). Una pena. Qué oportunidad perdieron cuando Catalunya descubrió América.

El Institut está escribiendo la historia; la que hay no les gusta en absoluto. Dicen que nos han engañado. España, o lo que queda después de quitar Cataluña, se independizó de la Catalunya Imperial allá por los finales del siglo XVIII. La independencia formal tuvo lugar en Cádiz unos años más tarde, al proclamar la Constitución de 1812. ¡Qué ignorantes son los que no saben esto!