Otras 147 semanas sin escribir aquí
147 semanas y un
día, o 24.720 horas, que no son pocas, sin publicar nada aquí. Y eso que había
prometido hacerlo. Reconozco haber incumplido mi promesa, avergonzado.
Ya no prometo
nada, solo digo que lo intentaré. Como decía en mi entrada anterior, la vida
cambia y los nietos, que ahora son ya cuatro (un machote y tres princesas), te
la cambian aún más. Ley de vida, supongo, aunque no imaginé que mis nietos
requirieran tanto de mi atención, de mi tiempo y, sobre todo, de mi cariño, que
es gratificantemente inmenso.
Hubo otra razón,
no explicada antes. Escandalizado por los derroteros que tomaba, y toma, la
política, entonces y ahora, tuve la tentación de convertir este blog en una
feroz crítica a la situación de nuestros partidos y a la situación en la que
España se encontraba y se encuentra. Pero esto no cabe en este cuaderno de
bitácora inofensivo y aséptico (eso pretendo), que además quiero que sea
apolítico. Pero la duda y la falta de decisión me inhibieron y dejé de
escribir.
Vuelvo. No sé de
qué hablaré (escribiré), aunque siempre será en 400 palabras. Manías.
Los tiempos
cambian, sin duda. Y las amistades virtuales, lamentablemente, se van
perdiendo. Hubo un tiempo en que tenía varias, que leían este blog y hasta lo
comentaban. Y yo participaba brevemente en los suyos. Pero los tiempos cambian…
¡qué pena! Me asomaré por los de antaño que aún sobrevivan e intentaré
recuperar esos tiempos pasados.
Vaya, necesito un
pitillo. He sido fumador empedernido durante más de 50 años, sin interrupción.
No quiero saber cómo estarán mis pulmones, mejor que no. Desde enero, tras una
bendita bronquitis, he bajado a 2-5 pitillos al día. Quizá la media esté en
tres. Pero, como decía, necesito un cigarro AHORA. Hay actividades que me lo
piden a gritos, como hablar por teléfono o escribir. Hoy ya llevo uno y medio.
Esperaré a terminar esto, espero.
Por lo demás,
bien. Sigo jubilado (claro, supongo que hasta que me vaya de este mundo o
quiebre Hacienda, en cuyo caso no sé si seré jubilado o no, pero pensionista
no, seguro). Sigo casado (mi mujer aún me aguanta, más o menos), mantengo mi
actividad deportiva (dos partidos de squash y dos de racket a la semana), intento estar lo más activo posible y no me
quejo.