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miércoles, 3 de junio de 2020

Y los muertos resucitan, en 400 palabras (doscientas veintiocho)

Pues resulta que es cierto. Los muertos resucitan. Como Lázaro, aunque ahora no tienen nombre y solo son un sumando o un sustraendo, depende. Unos (creo que las CC.AA.) los suman; otros (el comité de expertos, seguro, y tras larga deliberación), los restan.


Es que así es más divertido. Proporcionar información veraz sobre las cifras reales de muertos, contagiados, curados, sospechosos y demás no tiene ninguna gracia y no permite ninguna manipulación.

Yo no digo que contar y sumar sea fácil. Solo está al alcance, a la vista está, de muy pocos. Desde luego, no al alcance de los que nos gobiernan. Pero lo entiendo: intenta sumar los datos de 17 comunidades y dos ciudades, clasificados cada uno como les dé la gana: muertos, curados, contagiados y sospechosos o curados, contagiados, sospechosos, y muertos; o, mejor, contagiados, muertos, sospechosos, curados y no se sabe. Y, además, datos recibidos a distintas horas. En fin, un lío. Un día lo intenté leyendo las cifras publicadas en algún periódico digital y tiré la toalla. El número de muertos me daba 21.734, luego, 22.732, más tarde 21.742. Eso a mano, que con calculadora me dio 21.841.

Ni lo intenté con el número de contagiados, que son cifras de seis dígitos. Lo dicho: tiré la toalla y entendí por qué el jefe de los expertos se hace un lío. Pobrecillo, tiene excusa.

Claro que existen herramientas para contar y sumar (para eso nos sirve la tecnología, ¿no?): hojas de cálculo, aplicaciones, etc., etc., hasta un ábaco valdría, pero, si no se introducen bien los datos, el resultado es el que queremos o nos interese más. Grandioso.

Lo de sumar es como los cambios de fase: la 0, la 0.5, la 1, la 1 y un poquito, la 2 y la 3. Y luego la normalidad normal con la que nos ha regalado una ministra.

Va un ministro y nos dice que vía libre para circular el 21 de junio y otro, el que manda en esto de la pandemia, dicen, ha dicho que de eso ná de ná, que qué nos hemos creído. Y, digo yo, que a un ministro hay que creerle lo que dice, ¿no? Claro, pero ¿a cuál? O a la ministra que nos dice: “Pues tía, creo que al coronavirus…o sea, que no lo voy a decir porque no lo voy a decir…”. A ver: ¿lo dice o no lo dice?