Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

Querido visitante: gracias por pasar por aquí y leerme.
Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
A mí me sirve de entretenimiento y si a ti también te distrae, ¡estupendo!.
Si, además, dejas un comentario... ¡miel sobre hojuelas! Un abrazo,
Guarismo.

sábado, 30 de enero de 2010

148. ¿Qué tal estás?, en 400 palabras (noventa y cuatro).

—¿Qué tal estás?
—Bien.
—¿Te aburres conmigo?
—No.
—Pues lo parece, contestas con monosílabos.
—Sí.
—¿Estás pensando, quizás, que soy pesado?
—No.
—¿No te importa que te interrogue?
—No.
—¿Me estás prestando atención?
—Sí.
—Voy a apagar la tele, así no te me distraes.
—Bien.
—Ya. ¿Piensas en algo ahora?
—No.
—Yo, sí.
—Qué.
—Pues pienso que te aburro, que te canso.
—No.
—¿Seguro?
—Sí.
—Quizás te estoy interrumpiendo.
—No.
—¿En qué piensas?
—Psss...
—¿En mí?
—No.
—¿En nosotros?
—Sí.
—¿En nuestra relación?
—Sí.
—¿Estás satisfecha?
—No.
—¿Puedo preguntarte por qué?
—No.
—Entonces, si no me dices por qué, no podré solucionarlo.
—No.
—¿Me quieres?
—Sí.
—¿Entonces?
(Silencio)
—¿Quieres contestarme?
—No.
—Me estás exasperando.
—Sí.
—Lo haces adrede.
—Sí.
—No me quieres.
—Sí.
—Sí, qué. ¿Que me quieres o que no?
—Sí.
—¿Me das un beso?
—No.
—¿Por qué?
(Silencio, mirándome fijamente a los ojos).
—Me estoy empezando a enfadar. A ver, sólo sabes contestar sí o no, o te quedas callada.
—Sí.
—Creo que me tomas el pelo.
—No.
—¿Lo dices en serio?
—Sí.
—¿Sabes cuántas palabras tiene el diccionario de la Lengua?
—No.
—Yo tampoco, pero creo que superan las ochenta y ocho mil, y tú sólo has utilizado cinco, y una no está en el diccionario.
—¿Cuál?
—Psss.
—¡Ah!
—¿Es que quieres que me enfade?
—No.
—¿Entonces?
(Silencio)
—¿Me quieres explicar?
—No.
—Bien, me callaré.
(Pasa un rato)
—Oye.
—Qué.
—¿Hablamos?
—Sí.
—¿Sobre qué te gustaría hablar?
—Psss...
—¡Otra vez! ¿Podrías ser más explícita?
—No.
—Mira, que te zurzan. No aguanto más.
(Silencio)
—Me estás cabreando y así no vamos a ninguna parte.
—No.
—¿Quieres hablar en serio de una vez por todas?
—Sí.
—Bueno, menos mal... Cuéntame algo.
—No.
—¿En qué quedamos? ¿Vas a hablar o no?
—Sí.
—Pero no me cuentas nada.
—No.
—¿Y?
(Silencio)
—Bueno, vale, ahí te quedas. Yo me voy. No aguanto más.
—¡Eh!
—Qué.
—No.
—¿No, qué?
—No.
—¿Que no me vaya?
—Sí.
—¡Uf! No te entiendo.
—No.
—Eso ya lo sé. Ni te entiendo ni tú me entiendes a mí. Esto no tiene solución.
—Sí.
—Que sí, qué. ¿Que tiene solución?
—Sí.
—Sí, sí la tiene: que me vaya de una vez.
—No.
—¿Que no me vaya?
—Sí.
—Me desesperas, corazón.
—Sí.
—Otra vez. Sí, ¿qué? Mira, si quieres tomarme el pelo, me lo dices; si te has cansado de mí, me lo dices también y yo me voy.
—Sí.


viernes, 22 de enero de 2010

147. Un hecho real, en 400 palabras (noventa y tres).

Tengo información de primera mano sobre el hecho que relato. Es verídico: la historia que me cuentan los protagonistas coincide.

Un hecho real

Quisieron darse un masaje una tarde de vacaciones. Llamaron a un tailandés. “Bien, les abrimos. ¿Cuántos son?”. “Tres”. Él, su novia y la hermana de ésta. Llegan a las 18,45. Llaman a la puerta. Les abren y les dicen: sólo dos, que la tercera masajista no está. “Bien”, dice él, “pasad vosotras”. Él, mientras tanto, se va a dar una vuelta por la ciudad. Al rato recibe una llamada, que tarda en oír y cuando coge el teléfono habían colgado. No conoce el número. Lo busca en Internet (su móvil tiene acceso). Es el número de la casa de masajes. Devuelve la llamada; comunica; espera; llama de nuevo; sigue comunicando. Llama al móvil de su novia: “apagado o fuera de cobertura”; llama al de su cuñada: lo mismo. Llama otra vez al fijo: continúa comunicando. Empieza a ponerse nervioso. Ya son las 19,45. Se dirige hacia la casa de masajes. Llega y llama al timbre: no contesta nadie. Lo intenta de nuevo con el teléfono, con idéntica respuesta. Se pone más nervioso. Las ocho. Aporrea la puerta. Silencio. Aporrea más, sin resultado. Mira por el ventanuco y no detecta luz alguna. Espera: las 20,15. Repite el timbre, aporrea de nuevo, usa el teléfono otra vez. “¡Joder! ¡Las han secuestrado!”. Llama a la Policía. La Policía le pide datos y le dice que tiene que ir allí a poner una denuncia. Piensa, calcula: por lo menos una hora en ir, denunciar y volver. Duda. Llama a la tía de su novia, donde estaban alojados, porque su suegra es muy nerviosa: “Pilar, que creo que han secuestrado a las niñas”, “¿Quéeee? ¡Vamos para allá!”, responde alteradísima. La tía y la madre salen corriendo al coche, llorando a lágrima viva. Vuelve a golpear la puerta y luego intenta echarla abajo, cogiendo carrerilla y estampanándose contra ella. No se mueve, es blindada. Saca su móvil y busca en Google: “cerrajeros urgencia”. Llama a uno. Va para allá. 20,45: llega el cerrajero. Él, desquiciado, no articula una palabra coherente, pero consigue hacerse entender. El cerrajero saca sus herramientas y, en ese preciso momento, salen dos bellas chicas, relajadas y tranquilas.

Él grita un ¡hola! lleno de emoción y luego dice: “¿Pero no os han secuestrado?”. Llega la familia, descompuesta. Las chicas se explican: “Apareció la tercera masajista y te llamamos. No respondiste y descolgamos todos los teléfonos para relajarnos a gusto”. ¡Uff!

viernes, 15 de enero de 2010

146. Caos tras viaje, en 400 palabras (noventa y dos).

He recibido este correo de mi hermano. Lo he recortado para dejarlo en 400 palabras, mi costumbre. Lo publico aquí como un ejemplo de caos en Navidad, cuando siempre sucede algo...

Caos tras viaje

Bueno, sin parar desde que llegamos. Vaya tela, por unas gambitas a la brasa nos venimos malísimos los cuatro. Al llegar, cansadísimos, qué lío: vemos los Reyes, la locura, el entusiasmo de mis hijas, busca pilas, prueba juguetes, “papá, juega conmigo”, “no, conmigo”, chuches, globos, envoltorios, esto no funciona, y yo, agotado... Tanto descontrol que hemos perdido un regalo de mi mujer, un súper MP5 que nadie ha visto; eso sí, tenemos los cables, las instrucciones, todo... menos el aparato. “Papá, la wii no funciona, el disco es para play3, no para play2, y le he quitado el celofán”, “¡vaya!” Mi tocadiscos no tiene salidas, hay que cambiarlo... Bien, unos Reyes estupendos. Yo me caigo de sueño, mis hijas quieren jugar conmigo, y mi mujer, en pleno caos y yendo y viniendo al cuarto de baño, buscando su MP5. Intento ordenar el desastre, sin éxito. Domingo, llueve. Vienen amigos con moto bici eléctrica que nos traen de China, la mañana montándola, llueve, nos empapamos, no le va la luz de freno, ¿hay alguna máquina que me funcione a la primera? Comemos todos aquí, más trabajo, no siesta, sobremesa eterna. Fantástico, mañana trabajo.... Conseguimos acostar niñas, 10:30, bravo. De pronto, sin luz. Linternas, fusibles, llueve, no es de aquí, azotea, veo luces, no es de afuera, no entiendo nada. No luz, no agua, no encuentro electricistas, llamo suministradora, “que no se hacen cargo”. Dormimos. Me levanto, no me ducho, llego tarde y sin afeitar al trabajo, no doy pie con bola. Carrefour, no me devuelven la play3 por lo del celofán, compro la play2. Mediamarkt: devolver tocadiscos, 12:30, no veas la cola, más de 100 personas con bolsas. Me voy. Mercadona... compra. 18:00, reviso y constato que algo le pasa a un cable. 19:00, compro 30 metros del mejor, y manguera y clips y todo. 20:30, termino de montarlo. Pongo fusible, no veas las chispas. Buena señal, quito fusibles, los pongo. ¡Bingo!, hay luz. 21,30: se va. ¡Oh, no! Linterna, diluvia, ¡ah!, el limitador ha saltado, ¿por qué ponemos todas la estufas, secadores y microondas al mismo tiempo? Contentos, a la cama. Martes, 9:00, en el coche, móvil: “¡No hay luz!”. Vuelvo, reviso instalación: ahora no llega corriente. La suministradora, que sí, que están haciendo una reparación... ¿coincidencia? Casa patasparriba, sigue sin aparecer el MP5, he conseguido devolver el tocadiscos... También esta tarde sincronizamos el wii. ¡Eureka, funciona!

miércoles, 6 de enero de 2010

145. Haikus de muerte y vida.

Haikus de muerte y vida

Tras esta vida,
la muerte; ¿habrá otra
después de ésta?

La vida es la
que vivimos, no hay
otra más allá…

…O sí la hay y
la viviremos cuando
así nos toque.

La vida tiene
como fin la muerte.
Mas hay más vida.

Vida después de
la vida. ¿Acaso no
existe? ¿Qué hay?

Vive la vida,
disfrútala, ámala,
que se acaba.

Ni un segundo
que perder, que se hace
corta la vida.

No mires atrás,
sino siempre adelante
y reinvéntate.

Recuerda lo que
fuiste, vive ahora
y sé futuro.

Ni estúpido
que fuera dejaría
la vida esta.

Vida injusta,
vida exagerada,
vida extraña.

Qué rara es la
vida. Células y más
células, vivas.

Vive y deja
vivir; alguno te lo
agradecerá.

Respeta lo que fuiste,
ama lo que eres,
crea futuro

Vive con fuerza,
con apasionamiento,
con satisfacción.

Vive con la paz
que ansía el mundo
y compártela.

No vivas con la
pena de haber vivido,
vive con afán.

Si Dios nos creó
y creó este mundo,
¿Dios nos destruirá?

¡Qué bonito es
vivir, si no estás
en la miseria!

¡Qué duro ha de
ser vivir sufriendo y
no verle final!

Quisiera sentir
la fuerza de la vida
cada instante.

No quiero vivir
lejos de tu cariño,
me moriría.

Ser consciente de
vivir es lo primero
para no morir.

¡Qué contraste con
la muerte, la vida! ¿Lo
hay más extremo?

Vida y muerte
van unidas al cabo
de cierto tiempo.

La vida lleva,
inexorablemente,
a muerte cierta.

A la muerte le
gusta jugar la vida
a la ruleta.

Viva la vida;
que no venga la muerte,
que quiero vivir.