Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

Querido visitante: gracias por pasar por aquí y leerme.
Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
A mí me sirve de entretenimiento y si a ti también te distrae, ¡estupendo!.
Si, además, dejas un comentario... ¡miel sobre hojuelas! Un abrazo,
Guarismo.

martes, 29 de enero de 2008

29. Otra vez mis novelas.

Ya he escrito sobre mis novelas en este mi cuaderno de bitácora en más de una ocasión. Y hoy repito. Que me perdonen mis pocos pero agradecidos y amables lectores que vuelva a insistir (de paso, le contesto a un nuevo visitante –bienvenido, Juanra– que me preguntó por ellas), pero ¿qué mejor sitio que éste para hacerme propaganda?

Viene a cuento hablar otra vez de mis novelas por aquello de la vanidad. Antes de Navidad, una amiga nigeriana me vio firmar Viento de Levante a un comprador amigo. Al rato me pregunta: “¿Tú escribes?, ¿esa novela es tuya? Pues tráeme una que me voy ahora de vacaciones y me la leeré en mis playas allá en Nigeria”.

Me la encontré de nuevo anteayer en el club donde juego al squash y me dijo que le encantó. Soy incapaz de reproducir sus palabras textuales, pero debo decir que, si bien me han felicitado otros por la obra, mi amiga nigeriana se pasó. Dijo algo así como “maravillosa, bonita, emocionante, interesante, preciosa... engancha, hay
que seguir leyendo para ver qué pasa...” (no sigo, que me da cierto pudor). Gracias, Adama. Eres demasiado espléndida conmigo. Por cierto, me ha pedido Viento de Poniente y va a prestar VdL a su hermana, que está aprendiendo castellano. Todo un honor.

A los pocos minutos, me para una dama y me pregunta: “¿Tú eres el de las novelas?”. “Sí”, le respondo, “¿y tú quién eres?”. “Soy la mujer de ...”. “¡Ah!, mucho gusto. ¿Las has leído?”. “Sí, y me han encantado,
enhorabuena”. Dos piropos en un rato, no está mal.

Y más tarde, en la sauna, un buen amigo me pregunta por la tercera, Viento Norte. “Ya la terminé”, le dije. “Pues tráemela pronto, que tengo ganas de leer la última de la trilogía.”

En fin, decía que todo esto venía a cuento de la vanidad, más henchida cada vez que me dicen estas cosas. ¡Menos mal que algún lector me critica y me pone a parir...! Aunque hay halagos que guardo en ese rincón que la vanidad esconde y de los que se alimenta de vez en cuando... Un amigo me
contó que un lector le dijo que mis descripciones recuerdan a Delibes o Capote... y que quien lo dijo trabaja en la RAE. Bueno, no cabe duda que mi amigo me quiere mucho, aunque quien lo dijo no me conoce... sería mentira.

La verdad es que yo mismo me sorprendo al darme cuenta de que ya he escrito tres novelas. No lo hubiera creído hace unos años. Estoy satisfecho. 205.067 palabras, 21.633 líneas, 1.164.689 caracteres... no está mal.

Os dejo las portadas (podéis hacer clic sobre ellas para verlas mejor) y dónde encontrarlas (
www.lulu.com), por si os interesa leerlas (si no os gusta comprar por Internet, yo os las hago llegar si me enviáis vuestra dirección; mi correo está en mi perfil). Perdonad, una vez más, mi atrevimiento.

domingo, 27 de enero de 2008

28. La depresión (II), en 400 palabras (catorce).

Si a alguien le sirve... creo que mi mayor error fue ocultar el proceso. Una depresión tiene que ser curada y se necesita ayuda externa.

La depresión (II)

(Continuación de la entrada 27, que debe leerse antes.)

Un amigo me recomendó un psicólogo de diván, al que acudía dos veces por semana. Dos años perdidos, dos años inútiles sin ver la salida del oscuro túnel. Y dos años haciendo trampas para ocultar sus facturas en casa...

Ya no pude seguir con la farsa. Mi mujer insistía demasiado, resignada, angustiada, desesperada... La invité a cenar y durante la cena se lo dije: “estoy acudiendo a un psicólogo”. Drama. Con razón. Como mi cabeza no regía, no se me ocurrió otra cosa que celebrarlo con una cena y decírselo allí, para quitarle hierro... y no en nuestro hogar, con la intimidad necesaria. A ella le encajó todo. Entendió todo lo ocurrido durante los dos últimos años. Dice que todavía no me perdona que se lo ocultara. No se lo reprocho, tiene derecho a ello y, además, tiene razón en no hacerlo. La hice sufrir mucho.

Con su ayuda, me llevaron a un psiquiatra, que me medicó. Era necesario. Me quedé sólo con los antidepresivos, las demás pastillas me dormían y atontaban más de la cuenta.

Seguí trabajando (perdón, seguí acudiendo al trabajo) hasta que me echaron. “Yo no entiendo de depresiones, creo que son un cuento” me dijo mi jefe cuando se lo conté, “así que tienes un mes para cambiar de actitud”. Me echó a la puta calle.

Soñaba con frecuencia con que mi coche entraba en un oscuro túnel y se quedaba embarrancado en un lodazal que había a la entrada. Hasta que soñé de nuevo en ese túnel oscuro y vi una pequeña luz al final de túnel. No es broma, por tópico que parezca. Supongo que la voluntad tiene algo que ver con los sueños, no lo sé.

Tardé años en superarlo. Tuve trabajo (aún me quedaba algún amigo que creyó en mí) y, a duras penas, fui poco a poco saliendo del túnel. Cuando andaba cerca de la salida, por fin iluminada, me recomendaron un psicólogo de la escuela conductista que terminó de empujarme hacia la luz. Una bendición que nunca agradeceré bastante.

Hace años de todo esto, quizá diez. Y aquí estoy. Vivo. Sin depresión. Volví a enfadarme, a escribir, a trabajar, a divertirme, a amar, a disfrutar.

La depresión me cambió, claro. Salí fortalecido en algunas virtudes, como la paciencia y la comprensión, y moderé algunos defectos, como la intransigencia y el enfado pronto. Y creo que maduré también.

(Nota a modo de conclusión: la depresión es una enfermedad como cualquier otra. Hace tiempo estaba mal vista, costaba identificarla y se ocultaba con miedo, con complejo. Ahora creo que todo es más fácil. Pero aún así hay que tener esto claro: hay que pedir ayuda inmediatamente y no esperar a que el proceso progrese. Es tremendo, de verdad. Sólo lo sabe quien lo ha sufrido. Hay depresiones exógenas, producidas por un hecho externo, que pueden tener solución más o menos fácil (depende del hecho, claro, no siempre es así); y las hay endógenas, cuya causa no es clara, no hay una razón inmediata. Éstas, dicen los expertos, son más difíciles de superar. Así fue la mía. Se necesita ayuda en cualquier caso.

Ojalá que nadie con depresión lea esta entrada... ojalá porque no haya nadie que la padezca. Pero si algún “deprimido” la lee, que me haga caso: que pida ayuda, que sea fuerte y constante y que tenga fe en que se supera. Sé que, deprimido, ni se es fuerte, ni constante, ni se tiene fe... pero siempre hay una especie de sexto sentido al que agarrarse. Y se cura, por dura y larga que sea. Doy fe.)

27. La depresión (I), en 400 palabras (trece).

Cuento mi proceso depresivo por si a alguien le sirve. Ahora, superado ya, creo que es como romperse una pierna, con la diferencia de que la escayola no se ve...

La depresión (I)

Fue un proceso gradual, no me vino de golpe. Poco a poco, el mundo dejó de interesarme. Poco a poco, la familia me estorbaba. Poco a poco, los amigos me daban igual. Poco a poco, el trabajo se me hacía insoportable. Aunque debo decir, para ser preciso, que el ir al trabajo se me hacía insoportable, porque trabajar no trabajaba, no sabía hacerlo, no entendía nada. Se me hacía un mundo levantarme, comer, hablar, relacionarme. Todo lo que hacía, o intentaba hacer, suponía un esfuerzo inimaginable.

Yo era una persona con carácter, con brío, activo. Me entregaba a mi actividad, cualquiera que fuese. Quizás el trabajo, por mi asunción de la responsabilidad, era prominente en mi vida por aquellos tiempos. Le di prioridad por encima, incluso, de mi familia, a la que sacrifiqué durante años. Ponía entusiasmo en todo lo que hacía, me cansaban los aburridos, me aburrían los abúlicos, los indecisos, los pasivos. Trabajaba duro, organizaba, mandaba, escribía, solucionaba, amaba, peleaba, me divertía, me enfadaba, me reía...

Hasta que, poco a poco, me quedé sin recursos. Me faltaba el aire, hablar me suponía un esfuerzo ímprobo por la fuerte presión que sentía en el pecho, y todo dejó de apetecerme, todo dejó de interesarme, todo dejó de gustarme. Todo lo veía negro.

Oculté mi estado en casa –¡tremendo esfuerzo, tremendo error!– y me las ingenié para negar mi situación a mi mujer una y otra vez. Todas las mañanas me levantaba, como siempre, y me iba al trabajo. Creo que si un día no me hubiera levantado a mi hora, en la cama me habría quedado durante meses. Por la noche, con los niños ya dormidos y mi mujer acostada, mi sentido de la responsabilidad me hacía sentarme en mi buró e intentar hacer lo que no había hecho durante el día. En un par de horas conseguía escribir un par de líneas de una oferta, de un informe técnico, de un plan de ventas... Al día siguiente conseguía escribir dos líneas más, o una y media. Y sufría. Recuerdo que lo único que me apetecía era dormir o zapear en la TV, evadirme del mundo. No era capaz de organizar, de mandar, de escribir (dos líneas por día tras un esfuerzo brutal), de ayudar, de divertirme, de reírme. Había perdido mi capacidad de amar. Y la capacidad de enfadarme; ni siquiera estaba de mal humor.

(Continúa)

sábado, 26 de enero de 2008

26. Reflexiones de un “escritor” dubitativo, en 400 palabras (doce).

s cuatrocientas palabras, con intentos, dudas y recuerdos de mi primera obra.
Reflexiones de un “escritor” dubitativo

He de alimentar este blog para que no muera de inanición, sí.

A uno le gusta presumir de pluma fácil e ideas claras y nada más lejos de la realidad. Me cuesta cada línea que escribo, que corrijo luego una y otra vez. Las ideas, ni las menciono. Surgen según escribo; si me esfuerzo, porque si no me esfuerzo dejo el papel en blanco, me quedo mirando papel y pluma, giro la pluma hasta cansarme y abandono. O, como se hace hoy, me quedo mirando la pantalla en blanco, observo las letras en el teclado, muevo el ratón de un lado a otro y termino por apagar el ordenador.

Escucho, mientras intento escribir, la preciosa flauta barroca de Telemann, a ver si me inspiro. Y nada. Pero he de alimentar este blog para que no muera de inanición, sí.

Cierto que la situación no es nueva. Se habla de las musas de los escritores (¡quién fuera escritor!). Supongo que existen, sí, sin duda. Aunque la mejor musa es el trabajo, el esfuerzo, la concentración. Y el entusiasmo, que no se tiene siempre. Es mi caso.

Recuerdo que escribí “Viento de Levante” con trabajo, esfuerzo, concentración y entusiasmo. Fue una interesante y gratificante experiencia. Yo ya he plantado algún que otro árbol, he tenido dos hijos y me faltaba escribir un libro para ser un hombre completo, según la célebre frase atribuida a José Martí. Y me puse a ello. Fue casualidad, una tarde en mi casa de “Cabo Zambra” (lo relato en la entrada “18. El escritor y el viento” en este blog). Cogí papel y pluma y comencé, sin saber muy bien qué iba a hacer. Quizás necesitaba hacer algo así. Yo estaba superando, a Dios gracias, una profunda depresión (algún día hablaré de ella aquí) que me había robado todos mis recursos. Empezaba a recuperarlos y me lo tuve que demostrar a mí mismo, para asegurarme. Comencé a escribir y me entusiasmé. Escribí 87.708 palabras en 278 páginas y tardé un año. Utilicé todo mi tiempo libre y exprimí mis neuronas al máximo. He de decir que sufrí y disfruté con la experiencia. Luego vinieron “Viento de Poniente” y “Viento Norte”, que escribí más lentamente. Terminada la trilogía, he empezado mi cuarta novela... Disfrutaré, sufriré, pero la escribiré, D. M.

Bien, ya he alimentado este blog para que no muera de inanición, sí.

sábado, 19 de enero de 2008

25. El sueño, en 400 palabras (once).

Escribí hace ya tiempo “El sueño”, que ahora modifico en forma de homenaje a la “fábrica de sueños” de Berrendita. Valgan estas cuatrocientas palabras como reconocimiento a sus sueños, a su pluma ágil y elegante, a su imaginación deliciosa, al corazón que pone en cada palabra, a los sentimientos que expresa tan hondos, de esa manera tan suya; valgan también para todos los soñadores de la fábrica, que cada vez somos más. Tomo prestadas, Ana, algunas de tus palabras y unas cuantas fotos.

El sueño


Desperté soñando que soñaba. Ya sé que es un tópico, pero así fue. Volví a quedarme dormido, y continué soñando el sueño que soñaba cuando desperté. Soñaba que me despertaba y ya no sabía si soñaba despierto o dormía soñando. Fue una sensación extraña. Yo ceo que dormía, pero es posible que soñara despierto, porque, habitualmente, olvido los sueños al despertar. Sea como fuere, despierto o dormido, el caso es que soñaba. Soñaba que, soñando, me levantaba, me desayunaba, me duchaba, me vestía y me encontraba a la entrada de una fábrica de sueños, sin solución de continuidad.

Soñé que llamaba, pidiendo permiso, y una dulce voz me decía: “esta fábrica está abierta a todos los sueños y a todos los soñadores”. Soñé que soñaba con los sueños de la fábrica y que soñaba junto a muchos soñadores. Soñaba, dormido o despierto, aún no lo sé, con chimeneas dibujadas en el cielo, con un templo de ladrillo colorao, con sonrisas hermosas, con amigas fuertes, con los Magos de Oriente, como cuando era niño, con zambombas y luna llena, con castañas y papas aliñás, con tormentas, rosas rojas y geranios.

Soñé que despertaba soñando que soñaba con ese Cái que sueña la fábrica, ese Cái de piedra ostionera, con su viento travieso de Levante, con sus torres y azoteas, con la mar atlántica que la baña, con la arena húmeda de sus playas, con su viento fresco de Poniente; con ese Cái que tiene sabor a sal, con ese Cái de madrugás tres veces milenarias que se reflejan sobre la mar en calma.

Soñé que, soñando, pasé por Salamora y me quedaba por allí un tiempo, soñando con encontrar la fábrica de sueños soñada.

Soñé que me sentaba en el banco de la fábrica desde donde se contemplan los sueños, que apoyaba la cabeza y me quedaba dormido soñando que despertaba y me encontraba a la entrada de una fábrica que sueña. Soñaba que las puertas, que no cierran nada, se abrían, al tiempo que una dulce voz me invitaba, diciéndome: “pasa, todos somos la fábrica”. Soñaba que, una vez dentro, soñé con los sueños ya soñados, soñé con los sueños de ensueño de la fábrica de sueños que soñaba. Y, soñando, soñé que despertaba.

No sé cuándo ni cómo desperté, pero escribí estas líneas tan pronto como pude, no fuera que hubiera soñado y olvidara lo que soñé.


© 2008, el autor de este blog.

jueves, 17 de enero de 2008

24. Tráfico, en 400 palabras (diez).

Escribí estas cuatrocientas palabras cuando Madrid, con tantas obras, era un auténtico caos. Ahora no es que no lo sea, pero ¡terminaron las grandes obras! Por fin.

Tráfico

Obras, atasco, muchapaciencia, caja, retrovisor, motorista, frutería, puntualidad, ungorrión, atasco, obras, cinturóndeseguridad, diesel, chica, agua, ¡guapa!, semáforos, escalera, puertatrasera, perro, obrero, palmera, autoescuela, calor, carretera, ¡aprendiz!, obras, tejado, ¡joder!, árbol, obras, atasco, pino, señal, contaminación, obras, atasco, colapso, fuente, obras, cristales, ¡energúmeno!, niño, colapso, derecha, atasco, obras, límitedevelocidad, ambulancia, amable, obras, obras, hiedra, calma, gases, ruido, nieve, limpiaparabrisas, metro, obras, ¡gilipollas!, policía, féretro, noche, mujer, alcantarilla, estadio, señora, bicicleta, batería, avería, acincuenta, sol, lotería, obras, baca, manifestación, caballos, colapso, ámbar, derecha, ropa, golondrina, atasco, noticias, gordo, golpe, marchatrás, cielo, ¡hijoputa!, farola, atasco, construcción, frente, túnel, furgoneta, balón, autovía, pobre, casacecilio, tubodescape, peaje, alumno, atasco, alarma, aceite, gitana, hierba, luzcorta, pitido, frenos, flores, cochecito, gritos, obras, asiento, caos, atasco, bebé, guantera, caos, obras, adornos, frenazo, lobienquestaríayoenlaplaya, cuentarrevoluciones, luminoso, olmo, césped, papel, luzdefreno, negro, ochenta, restaurante, obras, caos, radio, víadeltren, chalé, blanco, obras, tranvía, hartura, obras, esquina, colapso, teléfono, autobús, socavón, parada, parasol, cabreo, gasoil, grúa, sirena, obras, puerta, ¡despistao!, antiniebla, obras, obras, novato, caos, teatro, municipal, barro, cigarro, lencería, carné, obras, cedaelpaso, espejo, remolque, avión, caos, amigo, zanja, gato, obras, obras, pelea, atasco, izquierda, ¡estúpido!, medias, obras, escape, obras, cocheras, cuadro, peralte, badén, antena, obras, pito, estructura, garaje, bufanda, contenedor, viento, volantazo, corbata, luces, capó, obras, firma, ¡imbécil!, umpoquitodeporfavor, guardia, abrigo, caos, marchas, bar, obras, bache, doblesentido, profesor, carril, paciencia, faros, tierra, desorden, vía, sostenes, cenicero, puente, obras, negra, aparcamiento, choque, obras, stop, obras, ¡alelao!, pañuelo, verde, impaciencia, 1566-ZDZ, alquitrán, anuncios, gasolina, calle, chófer, control, obras, helicóptero, guapalvolante, camisa, intermitente, luztrasera, ¡maleducao!, nervios, embrague, colapso, frío, cine, estanque, atasco, discusión, madreselva, colapso, gris, palanca, atrás, casco, caos, llanto, chopo, muchoscoches, agente, freno, azul, obras, obras, obras, rojo, verde, precaución, caos, mechero, parque, peatones, atasco, zapatos, mecomoelvolante, cuentakilómetros, cemento, ¡M-579871!, estruendo, accidente, calefacción, autopista, ciclista, otrociclista, seguridad, pasodecebra, papeles, cafetería, caos, agujero, arena, prohibidoaparcar, fusibles, caos, maletero, puro, caos, acelerador, cinturón, joven, ventanilla, obras, multa, luzlarga, línea, alfombrilla, cartel, pinchazo, luna, retraso, itv, estación, curva, volante, herido, piernasbonitas, asfalto, cien, ¡gracias!, pajarillos, boquete, obras, unapaloma, plaza, distancia, obras, dirección, ¡chulo!, jardín, ruedas, torre, obras, acera, minifalda, bomberos, casco, colilla, aire, arranque, lluvia, música, ¡cabrón!, gafas, carné, paseustedseñora, museo, nubes, cruce, mirada, ¡malditamoto!, mendigo, salpicadero, obras, edificios, atasco, estornudo, colapso, gente, tapacubos, obras, ceniza, muerto, amarillo, prohibido, obra, camiones, latabernilladelosmadriles, desvío, másminifaldas, matrícula, humo, guayabo, obras, velocidad, máshumo, caos, carnicería, banco, rasguño, sangre, ungatomuerto, ésasepintaelojo, mancha, colapso, obras, avenida, obras y atasco.


© 2005, el autor de este blog

domingo, 13 de enero de 2008

23. En memoria de mi padre.

Dentro de poco hará dos años que mi padre murió. En su misa corpore in sepulto, pronuncié unas palabras como éstas, más o menos:

“Hablar de mi padre, de papá, de Ilo, del tío N., de N., es fácil. Tenía muchas virtudes: su entrega y profundo cariño a mamá y a sus 13 hijos y 29 nietos; su fortaleza, su gran profesionalidad en todos los destinos que tuvo durante su vida; su espíritu de sacrificio, su generosidad, su ánimo, su optimismo...

¿Quién no recuerda su ¡alegría, alegría! que anteponía a cualquier frase a propósito de la ocasión? O lo que decía estos días en su larga agonía, sin quejarse absolutamente nada: "¡Buenos días por la mañana! He dormido de un tirón y me encuentro estupendamente", cuando el hombre no había pegado ojo en toda la noche.


Mi padre, nuestro padre, fue un ejemplo del que todos hemos aprendido. Tendría defectos, claro, pero no más que cualquiera de nosotros. Su calor, su calidad humana... en fin, es lógico que sus hijos hablemos así de él, pero nos cabe la gran satisfacción de saber que muchos también así lo piensan.

Papá, siempre quise decirte algo que, quizá por respeto, quizá por timidez, quién sabe, nunca te dije y ahora debo hacerlo: ¡eres un tío grande!, ¡eres un gran hombre!”

Han pasado dos años. Todos lo echamos de menos. Mi madre, entristecida por las esquinas, sobrevive, porque es fuerte, y porque le quedan doce hijos y veintinueve nietos a los que querer... Mis hermanos lo recuerdan con un tremendo cariño como lo que era, un gran hombre –ya lo dije– y un gran padre. Les cuesta hacerse a la idea de que ya no está aquí.


Y yo... nunca pensé que su muerte me cambiaría. A fin de cuentas ya sabía que tenía que ser así, estaba previsto, no había solución. Yo pensé que, como ahora se dice, ya lo había descontado. Pero no. Fui fuerte los primeros días, cuando aún no te lo crees. Luego, no. Luego lo eché de menos como nunca imaginé. Y eso que, a diferencia de la mayoría de mis hermanos, lo veía pocas veces al año (de Madrid a La Isla) y hablábamos sólo de vez en cuando por teléfono. Pero estaba ahí. Yo sabía que estaba ahí, por si lo necesitaba, por si podía darle alguna alegría, por si podía devolverle su generosidad, su entrega, su cariño, cosa que probablemente nunca hice... o no hice como él se merecía.

Sé que soy distinto ahora. No sé explicarlo, pero he cambiado, su muerte me ha cambiado.

Vayan estas cuatrocientas cuarenta y cuatro palabras en su recuerdo.


viernes, 11 de enero de 2008

22. Periódicos, periodistas, en 400 palabras (nueve).


Periódicos, periodistas

Soy asiduo lector de la prensa, impresa los fines de semana, en Internet todos los días. Y, desde siempre, he echado de menos una sección o, mejor, dos. Como sé que alguna periodista (quizá más de una) me hace el honor de leer este mi blog con cierta frecuencia, les regalo una idea o, mejor, dos.

Veréis. En general, la prensa es bastante olvidadiza. Quiero decir, hoy surge la noticia candente, se publica, se analiza, se comenta, hasta se editorializa una y otra vez si la noticia lo merece. Durante unos días parece que no hay más noticia que ésa. Bien, será porque es importante, sin duda. Pero pasan los días y la noticia, que ya no es actual, deja de ser noticia. Entonces, de pronto, se olvida, aunque el tema no esté resuelto. Ningún periódico conocido, que yo recuerde, mantiene una sección de "Pendientes". Esta sección es mi propuesta. Ahí leeríamos cómo está el tan cacareado asunto, ya viejo, de las vacas locas, ¿o es que ya no hay? O qué pasa con la gripe aviar, por ejemplo. O recordaríamos que ese niño canario sigue sin aparecer (no la niña inglesa, que de eso se encargan sus padres; pero no de la misma manera los padres de Jéremi, que no tienen los mismos recursos). Sabríamos si tanto delincuente de postín, o presunto, (no los cito, hay muchos) están todavía pendientes de juicio o han sido ya juzgados y condenados o absueltos; o nos enteraríamos de qué pasó con Paesa (el muerto viviente) o cuántos asesinos etarras han sido detenidos. Nos enteraríamos, además, si aquella importante promesa electoral de tal partido todavía no se ha cumplido cuando la legislatura se agota. Y sabríamos también qué pasa con el buque chatarrero encallado en Gibraltar y que el AVE no ha llegado aún a Barcelona (esto no habrá que recordarlo, a los catalanes al menos), que otros AVEs siguen teniendo problemas y que mi paisana, la ministra del ramo, sigue justificando los retrasos diciendo que los idiomas que hablan las vías y las máquinas son distintos y necesitan un traductor (hilarante). En fin, ésta es sólo una pequeña muestra que me surge a vuelapluma...

¿Por qué no crearla? En papel será más complicado y caro, pero ¿y en Internet?

La otra idea es bien sencilla: un resumen semanal, los domingos, por ejemplo, de lo más importante. Algún periódico lo hacía.