Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

Querido visitante: gracias por pasar por aquí y leerme.
Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
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Guarismo.

lunes, 31 de diciembre de 2007

21. 2007 y 2008, en 400 palabras (ocho).

2007, que te vas:

Mejor que te vayas, sí. Para siempre. Nos trajiste buenas cosas y cosas malas también, como todos tus colegas. A unos les fue mejor; a otros, peor. Como es natural.

Ahora que terminas, ahora que te vas, prefiero recordar solamente lo bueno que nos trajiste, que algo hubo, y olvidar lo malo, que no fue poco. Y haznos un favor, antes de irte: pídele a tu siguiente colega, ése, el 8, que venga con más ánimo, que lo necesitamos. Con más alegría, que es buena. Dile que nos traiga la paz al mundo y... ya sabes, todos esos tópicos (¡qué tontería!, como si dependiera del año y no del hombre...). Bueno, no importa, pídeselo, si es que os encontráis, que yo creo que sí. Yo creo que coincidiréis en ese instante infinitesimal en que le darás paso. El 8 lo necesita para que le cuentes cómo fuiste tú y cómo dejas las cosas. Aprovecha y dale ánimos. No le cuentes lo malo que nos trajiste, háblale sólo de lo bueno y anímalo a superarlo. Puede que te haga caso y 2008 nos traiga buenas cosas a todos. Dile que, aunque siga habiendo guerras y muerte, hambre y enfermedades, catástrofes y tragedias... que sean las menos. O que no sean, pero esto es un sueño imposible, ya lo sé.

Eres el año viejo, nueve veces 223, que es número primo. Ya te vas, aunque nos dejas tus recuerdos, buenos y malos, para unos y para otros, supongo, como es natural.


2008, que ya llegas:

¿Te contó algo 2007? ¿Te dijo lo que le dije? Te esperamos con los brazos abiertos. Por cierto, no pases tan rápido, por favor. No, al menos no para los que ya contamos el tiempo al revés... Transcurre despacio, no te precipites, no corras, no vueles, que no hace falta, no tengas prisa.

Déjanos pensar antes de actuar. Ayúdanos a callar cuando no tengamos nada que decir y anímanos a hablar sólo cuando lo que digamos sea sabio. Impúlsanos a derrochar amor, que nunca es tarde, que nunca es mucho. Consiéntenos vivir tus días sin molestar a nadie. Permítenos disfrutar cada uno de los segundos que nos regales.

Eres el año nuevo, bisiesto, ocho veces 251, que es un número primo. Y ya llegas. Haz que en 2009 te recordemos con cariño y celebremos, tristes, tu marcha, porque fuiste un gran año. ¡Ojalá!


P.D.: Lo dicho: que el año 2008 sea muy grande para todos.

jueves, 27 de diciembre de 2007

20. Desastre, en 400 palabras (siete).

Se acerca la Nochevieja de 2007... En 400 palabras, exactamente, narro lo que me ocurrió en la Nochevieja de 2005. La historia es real... creedme. Sólo inventé que el salmón iba con alcaparras (que, por cierto, no me gustan), cuando la verdad es que iba solo con las tostadas. ¡Que os divirtáis y tengáis un 2008 muy feliz...!

Desastre

Nochevieja, las seis de la tarde; preparando la cena del año, que este año toca en casa. Cierto nerviosismo, claro. Hay que hacer el cordero, los langostinos no, que los compramos ya cocidos; hay que preparar los aperitivos, que mi mujer se empeña en que sean vistosos, con el trabajo que lleva. Todos los años discutimos: “déjame que te ayude”, “no, que eres un manazas”, “¡pero si esto lo sé hacer!”, “¡vamos ya, harías un churro, seguro!”; “mira”, y preparo un espárrago envuelto en jamón con mayonesa y huevo hilado, “mira qué bien me queda” y, al mostrárselo, se me escurre de la mano y se estrella en el suelo, poniéndolo perdido; el espárrago rueda y el perro corre por él. Yo lo intento agarrar y piso el jamón, patino, caigo sobre el perro, que chilla, luego ladra, me agarro a la mesa para no desnucarme y el plato lleno de tostadas con salmón y alcaparras cae boca abajo, claro, y se esparce todo por el suelo. “Perdona”, le digo al incorporarme, “yo lo recojo, tú vete al salón”. Inútil. Le insisto. Peor. “Mira, antes de que pierda los nervios, lárgate de aquí. Yo me encargo de todo, que tú eres un desastre”. Me voy. Me llama. “Haz algo útil: saca la basura”. “Vale”. Salgo a la terraza, veo dos bolsas, una grande en el suelo y otra pequeña sobre el fregadero. Las cojo y pienso: “joder, por qué no meterá la pequeña en la grande, si cabe perfectamente. ¡Mujeres!”. Las deposito en los cubos que hay en el garaje. Vengo tan feliz de sentirme útil y pidiendo perdón a mi mujer en mis adentros. “Es una santa, pero un día de estos me va a matar y tendrá razón”. Entro y me siento. La mesa la ponen mis hijos, que a mí tampoco me deja. El año pasado rompí dos platos de la vajilla nueva y tres copas de la cristalería; tampoco me deja recoger, la última nochevieja tiré tres cubiertos de la cubertería nueva a la basura. Nos sentamos, ya estamos todos. “Voy por los langostinos”, dice mi mujer. Y la oigo gritar desde la terraza: “¡No me lo puedo creer! ¿Has tirado los langostinos a la basura? ¡Estaban en una bolsa blanca sobre el fregadero…!” Yo no digo nada, me pongo rojo, me levanto, salgo de casa a buscar los langostinos… y no sé si volveré.


(P.D.: excediendo las 400 palabras, diré que, finalmente, recuperé los langostinos del cubo de la basura y volví a casa. Por cierto, los langostinos estaban exquisitos...)

© 31 de diciembre de 2005, el autor de este blog.

sábado, 22 de diciembre de 2007

19. Viento Norte, en 400 palabras (seis).

En 400 palabras hablo de mis novelas... las puedes encontrar en www.lulu.com

Viento Norte

No, hoy no hablo del viento Norte de mi tierra, Cái, como lo hice sobre el viento de Levante (en 5.). Hoy escribo, con satisfacción, para decir que he terminado mi tercera novela: Viento Norte. Con ella termino la trilogía de los vientos: V. de Levante, V. de Poniente y V. Norte. Ya sé que no sois muchos los lectores de este blog (ya hay algunos y no los esperaba... ¡gracias!), pero en algún sitio había de reflejar mi alegría...

La primera novela la comencé en el verano de 1997 y la terminé en el verano de 1998. La escribí con toda la dedicación de que entonces fui capaz: vacaciones, fines de semana y muchas noches del año hasta caer rendido. Fue una experiencia extraordinaria. Disfruté muchísimo escribiéndola... y han disfrutado mis lectores leyéndola, según me dicen (me pueden engañar... pero todos al unísono me parece improbable). La novela, que pretende reflejar el viento de Levante en Cái, caluroso, violento, con sus ráfagas irregulares, trata del invento de un chip por su protagonista Lex y las vicisitudes por las que pasa, con su mujer Clara, Julia y otros personajes. Es intensa, como ese viento, y me dicen que “engancha”.

Me gustó la experiencia y comencé Viento de Poniente en julio de 2002, terminándola en enero de 2005. Continúa la anterior, esta vez basada en la vida de Clara cuando VdL termina. Es más calmada y fresca que la primera, como el viento de mi tierra que le da nombre: fresco, húmedo, suave... No engancha como el Levante, me dicen, pero a mí me gustó el ejercicio de meterme en la piel de una mujer...

En agosto de 2004 empecé a escribir la que cierra la trilogía: Viento Norte. Es la vida de Lex tras VdL. Aún no tengo lectores, no sé qué opinarán. La terminé ayer. Ahora estoy pendiente de solicitar el ISBN. He pedido una primera copia para hacer la última revisión, antes de ponerla a la venta. Espero publicarla a final de enero.

(Por cierto, las publico en lulu.com: una web en la que tus obras se publican, se venden y se imprimen bajo demanda, con lo que el autor no tiene que desembolsar cantidad alguna; creo que es un muy buen invento).

No pretendo ser buen escritor, ya me gustaría. Pero me divierte escribir y si alguien se divierte leyendo mis obras, mejor que mejor.

sábado, 15 de diciembre de 2007

18. El escritor y el viento, en 400 palabras (cinco).

Otro relato más de cuatrocientas palabras... Así y allí empecé mi novela "Viento de Levante".

El escritor y el viento

Papel blanco, y en blanco, pluma con tinta azul florida y una idea. La tarde, soleada aunque fresca, con esa brisa suave de Poniente que me trae el rumor de las olas desde la playa. De vez en cuando oigo, además, el piar de algún pajarillo que salta entre los pinos buscando su nido… o a su pareja. Sé que al atardecer, cuando el sol se oculte por esa preciosa curva sobre la mar, todos los pajarillos piarán al unísono, lamentando, quizás, que el sol les deje, temiendo, acaso, la oscuridad que llega. De repente, silencio. Ya no oigo las olas al romper sobre la arena ni pía ningún pajarillo. Cierro la pluma y me quedo quieto, escuchando. Silencio. Va a cambiar el viento. Es como si la Naturaleza se callara de golpe, cogiendo aire y quedándose quieta, sin atreverse a respirar siquiera, guardando en sus pulmones la última brisa fresca de Poniente. Silencio. Me levanto y me alejo de la casa para ver la veleta que culmina el tejado: está orientada al Este. Sí, saltará viento de Levante. La calma chicha que lo precede puede durar un rato todavía. El silencio lo rompe la alondra picuda que, allá a lo lejos, quizá reclama a su amado con voz de cuco, uúu, uúu, uúu… o que acaso se queja porque se le fue el Poniente.

Papel blanco, y en blanco, pluma con tinta azul florida y una idea. Quito el capuchón a la pluma y empiezo a escribir: “La puerta que daba al porche estaba mal cerrada. Por la rendija, el sol del atardecer dejaba pasar sus débiles rayos en aquel otoño que finalizaba. Clara, terminadas las tareas del día, se sentó en el sofá junto a la chimenea. El fuego la distraía y la relajaba,”. La relajaba, la relajaba, ¿y? La chimenea necesitaba leña, ¿se iba a levantar, o había echado leña suficiente antes de sentarse? ¿La encendió? ¿Hacía frío? ¿Qué son las tareas del día? Continúo escribiendo: “pero le daba pereza preparar la leña y...”. Y llegó el Levante, de pronto, como siempre, con una fuerte ráfaga que hizo rugir las copas de los pinos y las inclinó cuanto pudo hacia Poniente. Me arrebató de un golpe la hoja escrita con tinta azul florida y una idea y la elevó en un remolino. ¡Uf! Sentí cierto alivio y no me levanté a rescatarla.


© 2005, el autor de este blog

sábado, 8 de diciembre de 2007

17. ¡Desde mi Cái! (y tres).

Mi último día en mi Cái en este puente de diciembre... ¡Qué pena! Pero me voy, como decía ayer, cargado de sol, de mar, de sal, de la arena rubia de mis playas, de familia, de la alegría única de esta tierra...

Hoy, sol radiante hasta las diez de la mañana, nubes luego; tocó también paseo por el acantilado, fotos (enebro marítimo con mi perro, especie en extinción; el enebro, no mi perro), fresco de Poniente en calma, muy agradable.

A la una y media salió el sol de su escondite nuboso, corrí a mi cala favorita y me bañé de nuevo, agua salada de mi mar atlántico, fresca, olas con destellos de sol, tras tumbarme un rato sobre la arena rubia y llenarme de los rayos generosos del astro rey.


Dejé mis huellas en la arena, no para la posteridad, no, sólo por unos minutos, hasta que la siguiente ola de la marea que subía las engullera con sus aguas espumosas y borrara mi presencia allí hasta el próximo viaje.


Días de descanso... días deliciosos con sus momentos mágicos. Mañana, vuelta, siete u ocho horas de viaje, carreteras llenas. Aún recuerdo cuando, en el 92, recién inaugurada la autovía Madrid-Sevilla, había un cartel (cuando todavía se permitían anuncios en la carretera) que rezaba: ¡Cádiz, la mar de cerca! Sí, el doble sentido del anuncio era cierto, porque de diez horas bajamos a cinco, como mucho seis, para llegar a Cái. Hoy, con los límites de velocidad que no cumple el tal Pere y tanto tráfico, bajar de ocho es todo un éxito.

16. ¡Desde mi Cái! (dos). Viento Sur.


Hoy sí hizo viento Sur por la mañana, que trajo nubes a mis playas...

No pude bajar a bañarme, hacía frío, pero paseé por el acantilado para contemplar mis playitas desde arriba, hacer unas fotos y ver volar las gaviotas, con ese vuelo fácil y elegante.


Y ver cómo, poco a poco, los enebros marítimos se van regenerando...

Fue un día de paseo con olor a mar, tranquilo, con tiempo para pensar...

Fresco al anochecer, con Poniente de nuevo. Y cielo despejado, con la Osa Mayor que me la encuentro siempre en diciembre a la puerta de mi casa.

jueves, 6 de diciembre de 2007

15. ¡Desde mi Cái! (uno).

¡Por fin! Escribo desde mi rincón en las costas de Cái, desde este cashito de paraíso que para mí supone media vida, o tres cuartos... Contemplar la mar desde el acantilado; oír, desde mi casa, el rumor de sus olas que me trae el viento de Poniente con su sabor a sal; pisar la arena rubia de sus playas; bañarme en sus aguas, frías en estas fechas; tumbarme a su vera y atrapar en mi piel los débiles rayos del sol de diciembre para que no escapen y sentir su calor...



Es mi momento mágico, cuando, como esta mañana, bajo a mis playas de Cái y me fundo con ellas. Dejo pasar el tiempo a su antojo, corriendo primero un rato, paseando luego de extremo a extremo por la orilla, contemplando la belleza de las olas que la mar me trae hasta mis pies, formando con sus aguas mil figuras caprichosas que estallan en espuma blanca al romper y luego acarician la arena. O mirando cómo rompen las olas contra las rocas, aquéllas que no quisieron besar la arena rubia. Y sigo el vuelo de las gaviotas que tanto admiro, hasta que mi vista las pierde, pero luego vienen otras.

Esta mañana, con Poniente en calma, mi cala favorita estaba vacía. Solos nosotros, mi mujer, mi perro y yo, la llenábamos. Hacía fresquito, pero no me impidió bañarme, luchando contra esas olas gigantes que hoy, caprichosamente, me regalaba la mar. Se me hicieron cortas las dos horas que estuve allí, entre las rocas, el acantilado, las olas, la arena rubia, la mar... pero fue suficiente para cargarme de nuevo de sol, de energía, de vida, de paz...


Os dejo unas fotos, por si me leéis. Me quedan dos días de este puente de diciembre para seguir disfrutando de mi Cái, de mis playas, de mis olas, de mi sol, de su calma, de su alegría...


Son sólo tres días en este bendito puente, que me cargan de vida, de sol y de mar hasta el próximo viaje, dentro de tres meses probablemente, pero son tres días plenos que compensan la espera, que me llenan, que me colman.

martes, 4 de diciembre de 2007

14. El número Phi (Ф) y un juego de números

El número Ф (Phi) , también llamado número de oro, número dorado, sección áurea, razón áurea, razón dorada, media áurea, proporción áurea y divina proporción, es ese número irracional cuyo valor es 1,61803398874989484820458683...

Se explica con cierto detalle en este vídeo:
http://youtube.com/watch?v=j9e0auhmxnc
capturado de un programa de la 2 de TVE. Se puso de moda no hace mucho con la novela El Código Da Vinci, de Dan Brown. Euclides, la serie de Fibonacci... y la naturaleza, el espacio, hasta los agujeros negros... No os lo perdáis, merece la pena.

Podéis ver su definición en Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/N%C3%BAmero_%C3%A1ureo) y si buscáis en Google encontraréis mucha más información. Para los que sois aficionados a los números, ya tenéis entretenimiento.

Y si aún queréis entreteneros más, utilizando a tope vuestras neuronas, haced este ejercicio que circula últimamente por la Red (autor: Rodrigo Pérez, dice la presentación). Es sencillo; haced las operaciones matemáticas que queráis, con tal de que el resultado sea el que aparece (por ejemplo: 2 + 2 + 2 = 6).

1 1 1 = 6
2 2 2 = 6
3 3 3 = 6
4 4 4 = 6
5 5 5 = 6
6 6 6 = 6
7 7 7 = 6
8 8 8 = 6
9 9 9 = 6

¿Habéis resuelto todos? Si no es así y tenéis interés (o prisa), enviadme un correo (guarismo#gmail.com) o esperad a que os llegue lo que por aquí circula.