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lunes, 13 de octubre de 2008

76. Los errores que duelen, en 400 palabras (cincuenta).

Los errores que duelen

A uno le gustaría ser perfecto y no cometer errores, supongo que como a todos. Pero cometo muchos. Muchos he cometido en mi vida, algunos de importante trascendencia. En esos momentos hubiera querido dar marcha atrás al reloj –como en mis 400 palabras del reloj en el espejo— y repetir la acción corrigiendo el error. Pero no es posible y uno ha de apechugar con las consecuencias.

Muchas veces, como la que me ocupa, ocurre por no pensar debidamente y con detenimiento. Me habrían bastado sólo unos segundos para interiorizar la situación y actuar en consecuencia. Ya sabemos lo rápido que es el razonamiento humano. Seguro que esos pocos segundos habrían sido suficientes. Pero no me los permití, en la vorágine de los acontecimientos. A pesar de que, en plena vorágine, tuve tiempo de dedicarme “a mis cosas”.

Viene esto a cuento porque hoy mi error ha hecho daño a mi hija. Ella me lo ha hecho ver y reconozco, por supuesto, que tiene razón. De los acontecimientos –cuyo contenido no viene a cuento aquí— tuvimos, tuve, que avisarla. No lo hice, aunque por un instante ideé cómo se lo iba a contar. Pero no la llamé para hacerlo, ni avisé a mi mujer de que lo hiciera. ¡Craso error, que ya no tiene marcha atrás! El daño está hecho y, aunque luego vinieron las paces y los perdones y los “te quiero mucho, papá” y “te quiero mucho, hija”, sé que no lo hice bien y que no lo puedo corregir. Esto último es lo más duro. El error está cometido y no hay ni excusa ni vuelta atrás posible. El daño está hecho.

Sírvanme estas palabras de desahogo, frustrado, y de expresión de mi arrepentimiento. De poco sirven, ya lo sé. De poco me sirven.

Como me decía un psicólogo al que acudí durante un tiempo mientras mi larga depresión, “nunca se sabe qué es lo mejor” y me contaba un cuento artificioso en el que lo malo era siempre por una buena razón. No me consuela, pero si hubiera reaccionado como creo que debía haberlo hecho, cabría una remota posibilidad de que alguna cosa se hubiera torcido. No lo sé, pero no me consuela.

Supongo, amigos que me leéis, que os sucede a vosotros también. Los errores se cometen por mil razones, pero cuando haces daño a alguien a quien quieres, ¡cómo duelen!


Nota: no era mi intención escribir lo anterior en exactamente 400 palabras; el tema no era para recortar o alargar, ni para modificar. Pero escribí 403 palabras y acorté una frase.

13 comentarios:

Evita dijo...

Hola, cuando te sientes mal, tu eres la unica persona que tiene que volver a colocar los pedazos rotos de los sentimientos frustrados, pero... como leyente tuya, y por compartir sentimientos escritos en la distancia me tomo la libertad de expresarte que yo soy hija, y que mi madre y mi padre, siempre, han querido lo mejor para mi, me considero una chica normal, igual que mis padres. Ellos han errado muchas veces, y yo como hija nunca jamás se lo he tenido en cuenta, porque simplemente nos queremos, y los errores quedan atrás.
Ahora mismo te sientes mal, porque sientes que has fallado, pero te puedo asegurar que tu hija, te seguira queriendo y adorando porque tú eres su padre, y por un error, no significa que se borren todos los actos que habeis vivido juntos en la vida.

Un abrazo fuerte.

Anónimo dijo...

Hola Miguel:
no siempre hacemos lo correcto, fallamos a alguien que queremos y cometemos errores...somos humanos; pero, lo más importante y lo más difícil es reconocer que se ha cometido y pedir perdón por ello. No todo el mundo es tan valiente para admitir que se equivoca.
Tu hija te quiere, tú la quieres a ella y borrón y cuenta nueva. Seguro que esto os une aún más como familia.
Un beso "caitano".

Marina dijo...

De acuerdo con el planteamiento del Buda, lo importante no es lo que se hace, sino hacerlo con la volición correcta, es decir: con buena intención. Y a veces un resultado que a ti te parece dañino puede ser beneficioso a largo plazo.
En cualquier caso, tu hija tiene mucha suerte de que te preocupes tanto por sus sentimientos.
Un abrazo :)

Anónimo dijo...

Dentro de mis grandes errores están mis mejores aciertos, Miguel. Yo prefiero no pensar.

Anónimo dijo...

No quería acabar ahí mi comentario, así que lo retomo en este otro.

Pero sí es verdad que cuando haces daño a alguien que quieres, duele equivocarse. Es con el tiempo cuando ese dolor ha pasado cuando me doy cuenta del acierto. Qué difícil es vivir, Miguel. Y qué difícil estar vivo.

Un beso.

Bicho dijo...

Han dado para muchas reflexiones tus cuatrocientas de hoy, Miguel!
Comparto la opinión de las demás (creo que todas son féminas, espero no meter la pata!). Es precioso que estimes tanto los sentimientos de tu hija y que sepas reconocer el error y repararlo. Sin duda, la relación saldrá siempre fortalecida.

Un besote!

Ana Pedrero dijo...

En este último año he pensado miles de veces en mis miles de errores. Entonces me sentía tan enfadada conmigo misma que no podía soportarlo. Por suerte, Miguel, hay amores mucho más fuertes que los míos. Y tu hija estará ahí siempre, para que escribas nuevos renglones sobre su vida.

Un beso.

Guarismo dijo...

Gracias, Evita, Malicitania, Marina, Fusa, Bicho y Berrendita; muchas gracias por vuestros cariñosos comentarios. ¡Da gusto tener amigas así!

En cierta manera aliviáis mi sentimiento de culpa con vuestras explicaciones. Como decís, mi hija me sigue queriendo... a pesar de mis errores (este último y otros).

Un fuerte abrazo a las seis,

Miguel

Edmar dijo...

Todos cometemos errores, es humano, tienes que darte el derecho a cometerlos, porque eres humano. Y seguro que aprendes algo de ello, y seguro que quienes te quieren de verdad te seguirán queriendo.

Muchos abrazos,
Edmar.

Guarismo dijo...

Gracias, Edmar. Efectivamente, uno aprende con la vida (y he vivido más que tú) que se cometen errores. Muchos. Algunos sin trascendencia, otros subsanables, unos de consecuencias graves y otros que pudieron haberlas tenido. Siempre se cometen errores. Creo que es más fácil perdonar los errores de otros que uno a sí msmo los que comete. Quizás es que uno no es suficientemente humilde. Y hay que empezar por ahí.

Anónimo dijo...

Papá!! "demasiados pocos errores" has cometido en tu vida conmigo!!! eres fantástico, siempre pendiente de nosotros!! lo pasado, pasado está, borrón y cuenta nueva. La situación se ha solucionado y en parte gracias a tí, por apoyar tanto a Mamá, animarla y estar junto a ella. Se lo merece. Sabes que os mereceis lo mejor y a veces para conseguirlo se causa daño sin querer, no es un daño irremediable, es un daño del que con el tiempo se aprende. Tú lo sabes bien. Sigamos el camino de la vida cometiendo esos errores y no otros que no se puedan solucionar.
Gracias, mil gracias.
Te quiero

Guarismo dijo...

Muchas gracias, hija. Te quiero.

Anónimo dijo...

Si un@ supiera como no cometer errores... Cuantos se cometen sin darnos cuenta ni cuando los cometemos ni después.
Yo tambien cometo muchos errores, a veces demasiados, las prisas, siempre las prisas, no contar hasta diez antes de hacer o decir algo.
Aprovecho este blog que me he encontrado trasteando por la red, para decir ¡PERDÓN¡, perdón a tod@s los que he fallado, a l@s que he herido sin querer, perdón a l@s que he ofendido sin darme cuenta, he utilizado sin saberlo, he abusado sin sentirlo, he usado y luego tirado sin percatarme de ello. ¡PERDÓN¡