Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

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Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
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Guarismo.

jueves, 9 de octubre de 2008

75. Ya estamos como siempre, en 400 palabras (cuarenta y nueve).

Ya estamos como siempre

—Ya estamos como siempre.
—¿Cómo es como siempre?
—Pues eso, como siempre.
—Pues como siempre estarás tú, que yo estoy mayor.
—No me refiero a eso.
—Entonces, ¿a qué te refieres?
—A que estamos como siempre.
—Eso ya lo has dicho, pero no me aclara nada.
—Pues está muy claro.
—¿Qué está muy claro?
—Que tú a lo tuyo y a mí ni caso, como siempre.
—Como siempre no, que hoy te estoy haciendo caso.
—Será hoy, y por un ratito, que hasta hace media hora estabas a lo tuyo.
—No estaba a lo mío, como dices tú, sino a lo nuestro.
—¡A lo nuestro…! Será a lo tuyo.
—Pero es lo nuestro.
—No, es lo tuyo.
—Pero si es cosa de dos.
—No, es cosa tuya conmigo, que no es lo mismo.
—Es de los dos, entonces.
—No, es cosa tuya. Lo que pasa es que me necesitas.
—Bueno, sí, pero es de los dos. Yo no tengo la culpa de que salga siempre igual.
—Podrías variar un poco, ¿no? No me gusta cómo lo haces.
— A lo mejor, si cambio, no te gusta tampoco. ¿Qué tengo que hacer?
—Hacerlo con sensibilidad, con generosidad, con cariño; podrías tener algún detalle conmigo.
—Ya lo hago.
—No lo haces. Sólo piensas en ti, nunca en mí. Y te enfadas; o no hablas.
—Estoy hablando.
—No me refiero a ahora.
—No pretenderás que hable mientras lo hacemos.
—No, no es eso y tú lo sabes.
—¿Qué es, entonces?
—No sé para qué preguntas; tienes ganas de discutir, ¿no?
—No, no quiero discutir.
—Pues es lo que haces.
—No, no discuto; simplemente, discrepo.
—¿Discrepas de qué? ¿De que no estamos como siempre?
—Por ejemplo.
—O sea, que no tengo razón.
—Que no tienes razón en qué.
—En que estamos como siempre.
—¿Ya vuelves a empezar?
—No vuelvo a empezar, continúo.
—O sea, que según tú, no te gusta cómo lo hago.
—No.
—Y por eso no quieres hacerlo.
—Sí.
—Y según tú, estamos como siempre, ¿no?
—Sí.
—Pues hoy fue mejor.
—Pero si te he dicho que no me gustó.
—Yo creo que sí, aunque lo niegues.
—Lo puedes mejorar.
—Explícame cómo.
—Teniendo algún detalle, siendo más generoso, como te dije.
—Sí, lo has dicho. ¿Y?
—Pues eso, dejándome rectificar.
—¿Cuando te comí la reina?
—Sí. ¡Vamos, que podrías dejarme ganar alguna vez, coño! ¿Te lo digo más claro?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajaja. Al principio me parecía una de esas conversaciones en la que, a la mitad, ya ninguno de los dos recuerda de qué estaba hablando. Después pensé en problemas de cama.

¡El ajedrez! Jaque mate, Miguel.

Guarismo dijo...

Te comentaba a ti cuando me llegó tu comentario... gracias, Fusa. ¡Es un gran honor que pases por aquí!

Bicho dijo...

Es genial, qué grande! Desde luego daba la impresión de ser alguna desavenencia conyugal... pero dónde va a parar, es mucho más interesante el tema del ajedrez, jejeje!

Un besote!



P.D.- No te resistas nunca a poner las fotos de Cai. A mi me haces sentir más cerca de casa.

Edmar dijo...

Hasta donde yo sé, en la escasa vida en pareja que he hecho, o discutes, o eres feliz. No hay otra opción.

Abrazos,
Edmar.

Anónimo dijo...

Ay! Qué gracia me ha hecho, jaja. Me ha pasado como a Fusa, al principio creí que era una conversación de guasa y después de matrimonio monotonizado. Vaya con los jueguecitos de mesa...

Guarismo dijo...

Gracias, Fusa, Carolina, Edmar, Malacitania. Gracias por venir por aquí y comentar, incluso.

Bienvenida, Malacitania.

Por cierto, los cuatro sois jóvenes, muy jóvenes (que yo sepa). Yo también, aunque tenga enta y nueve y cumpla enta dentro de pocos meses.
Es un honor atraer a tanta juventud a esta mi bitácora. ¿Será porque aún soy también un chaval (¡ya me gustaría!)? ¿Qué os atrae?

Un abrazo,
Miguel