Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

Querido visitante: gracias por pasar por aquí y leerme.
Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
A mí me sirve de entretenimiento y si a ti también te distrae, ¡estupendo!.
Si, además, dejas un comentario... ¡miel sobre hojuelas! Un abrazo,
Guarismo.

sábado, 22 de enero de 2011

200. Reencarnación, en 400 palabras (ciento treinta y cuatro).

Reencarnación

—¿Quién soy?
—Eres tú.
—Eso ya lo sé. Te lo pregunto de otra forma: ¿qué soy?
—Mírate.
—Me veo rara. Tengo muchas patas.
—¿Cuántas? Cuéntatelas.
—Una, dos, tres,... ocho. Tengo ocho patas.
—Sí. Es lo normal.
—¡Cómo que lo normal! Yo antes tenía dos, nada más que dos.
—Ya, pero ahora no.
—Pero tú tienes dos.
—Bueno, porque tú me ves como quieres verme. Yo no tengo forma. Es frecuente que eso ocurra: que me veas como un ser de tu anterior reencarnación.
—¿Reencarnación?
—Sí, te has reencarnado.
—Y tú, ¿quién eres?
—Yo soy el encargado de presentarte en tu nuevo mundo.
—¿Nuevo mundo?
—Sí. Ya ves que eres diferente. Tienes ocho patas.
—¿Tienes un espejo? Quiero verme.
—Los de tu especie no se miran al espejo.
—Y que yo sepa tampoco hablan. Al menos los humanos creían que sólo hablaban ellos.
—Craso error. Todas las especies de animales hablan.
...
—Quiero llorar, pero no puedo. No sé qué hago aquí ni de qué voy a vivir.
—Los de tu especie no lloran.
—¿Y qué voy a comer? ¿Y en qué voy a trabajar? ¿Y dónde voy a dormir? ¿Y con quién hablaré? ¿Y dónde me ducho? ¿Y en qué me voy a desplazar? ¿Y no tengo tele?
—No, aquí no hay tele, salvo que el azar te lleve a una de los humanos. Para lo demás, sigue tu instinto. Tu instinto es muy fuerte.
...
—Ya sé lo que soy.
—Ya era hora.
—¡Una araña hembra!
—Sí.
—¡No quiero ser una araña! Cuando era mujer me daban un miedo horrible. ¡No las soportaba!
—Ya.
—Ahora me doy miedo a mí misma. Mira mis patas peludas. ¡Me quiero morir!
—Tienes que aprender a soportarte. Para eso estoy yo aquí.
—¡Y qué vas a hacer! ¡No me gusto! ¡No me aguanto! ¡Me da asco tocarme!
—Ser araña tiene sus ventajas. Sueltas seda por tus hilas y puedes colgarte de ella, balancearte, tejer una telaraña para cazar a tus víctimas, envenenarlas con el veneno de tus quelíceros y luego comértelas. Puedes vivir en soledad, no hace falta que hables con nadie, excepto cuando tienes que aparearte. Entonces te buscará el macho y te hará la corte con sus pedipalpos. Si no te gusta, te lo comes, eres más grande que él. Si te gusta, puedes dejar que te haga el amor y luego te lo comes también.
—Bueno, si es así...

No hay comentarios: