Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

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Guarismo.

sábado, 30 de mayo de 2009

112. Un desastre, en 400 palabras (setenta y tres).

Un desastre

—Ya sé que soy un desastre, pero no me lo repitas.
—No eres un desastre. Bueno, sí, en algunas cosas sí, pero en otras eres un campeón.
—No, no lo soy, soy un desastre. Me lo has dicho.
—También te he dicho que eres un campeón, ¿no me has oído?
—Sí te he oído, pero me lo dices por compromiso.
—No, te lo digo en serio. En unas cosas, la mayoría, eres estupendo.
—Y en otras un desastre.
—Sí, pero en cosas sin importancia.
—En cosas sin importancia, ¿soy un desastre o un campeón?
—En algunas, un desastre.
—¿Y en las importantes?
—Muy bueno.
—¿Como cuáles?
—No sé… en tu trabajo.
—¿Tú crees?
—Sí.
—¿Por qué, si nunca has trabajado conmigo?
—Pero lo sé.
—¿Porque nunca me han despedido?
—Sí, por ejemplo.
—Pues, mira, no es cierto. Una vez me despidieron.
—¡Ah, sí! Lo había olvidado. Pero fueron circunstancias especiales.
—Pero me despidieron.
—Sí.
—Luego no debo ser tan bueno, ¿no?
—No es eso, es que entonces pasaste una crisis…
—Y me despidieron.
—Sí, pero…
—No hay peros. ¿Ves como soy un desastre?
—No, no lo eres.
—Antes has dicho que sí.
—Pero en cosas sin importancia, ya te lo dije.
—¿Por ejemplo?
—No sé, a veces te despistas y no haces las cosas bien.
—¿Qué cosas?
—Pues… no sé.
—Alguna habrá, porque me has dicho que soy un desastre.
—Te lo diría exagerando.
—No, no exagerabas.
—Bueno, te lo dije porque te olvidaste de sacar las cosas del lavavajillas, pero eso no tiene importancia. Lo hice yo.
—¿Y por qué lo hiciste tú? Tenías que habérmelo dicho y lo hubiera hecho yo. Me tocaba a mí.
—Pues no te lo dije para no discutir, como ahora.
—No estamos discutiendo. Si a mí me toca sacar el lavaplatos, lo tengo que hacer. Y si me olvido porque soy un desastre, me lo dices y lo hago.
—No quería molestarte.
—No me habrías molestado.
—Tú estabas haciendo cosas y no quise interrumpirte. Además, habríamos discutido, como ahora.
—Ahora no estamos discutiendo. Estamos hablando. Pero te digo que, si me tocaba a mí, tenías que habérmelo dicho.
—Pues decidí no hacerlo. ¿vale?
—Vale, pero luego me dices que soy un desastre.
—Sí, te lo he dicho, pero no me tomes en serio.
—¿Qué no? ¿Y cómo crees que me siento?
—No lo sé.
—Como un desastre.
—No es para tanto.

3 comentarios:

Bicho dijo...

Si es que... las tareas domésticas tienen la culpa de la mayoría de las desgracias humanas, jejeje!

Es preciso que en todas las parejas haya un "desastre" para que no se desequilibre el universo marital.

Me hacen mucha gracia tus "conversaciones" Miguel, son como la vida misma!

Un besote.

Guarismo dijo...

Gracias, Bicho. me divierten mis diálogos, aunque no siempre salen.

Un abrazo,

Miguel

Marina dijo...

Qué buen diálogo, Miguel. Está muy conseguido. Casi me ha parecido oíros. Es difícil lo de los diálogos, porque requiere mucho oído, pero a ti se te da muy bien.

Un abrazo.