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jueves, 14 de mayo de 2009

109. La política, en 400 palabras (setenta y una).

La política

Fui con ilusión a las primeras elecciones democráticas. Desde entonces he votado en todas y no recuerdo haberme abstenido; en una, voté en blanco.

En treinta años de democracia hemos tenido políticos de todo pelo. Buenos y malos, capaces e incapaces, listos y menos listos, entregados y egoístas, honrados y ladrones.

Respeto nuestra constitución, entre otras cosas porque voté sí. Sobre ella se ha basado el progreso de esta España que, sin duda, no es la que era. Superamos cuarenta años de dictadura sin derramar una gota de sangre, salvo las derramadas por tantas víctimas de tanto cobarde asesino, por tanto sinsentido criminal de bandas terroristas. Sobrevive la sinrazón de los descerebrados etarras, desgraciadamente, que siguen empecinados en sus planteamientos sin sustento alguno, en fines aberrantes con medios monstruosos.

Y sobrevive en nuestras mentes el trágico y terrible atentado de Madrid.

Sufrimos un intento de golpe de estado, una pantomima que parece hoy típica de la España cañí, no de la España de finales del siglo XX. Y lo superamos. Como superamos varias crisis económicas y situaciones dramáticas de paro.

Hemos tenido políticos, a lo largo de estos treinta años de democracia, de todo pelo, decía. Pero ¿como los de hoy? Gobierno y oposición, nacionalistas… ¿se salva alguien? No destaca ninguno… Son una caterva de mediocres cuyo único fin, parece, es situarse en el poder, apoderarse del sillón. Nadie aporta soluciones. Nadie se toma la situación en serio. Todo consiste en desprestigiar al contrario. Nadie es constructivo.

Los que gobiernan no gobiernan con acierto —en mi opinión, claro—, los que se oponen andan a la greña y se oponen poco. Los nacionalistas, pueblerinos, andan a lo suyo, sacando partido sustancioso de sus apoyos desleales.

La crisis, galopante, a la que no se le ve solución ni fin, ahogando empresas y autónomos, dejando a trabajadores sin trabajo por cientos de miles y dejando el consumo en mínimos históricos y la morosidad en máximos. Se toman medidas ineficaces y que nos cuestan una barbaridad.

Tenemos unos políticos que España no se merece. Los españoles hemos votados a unos y a otros, pero creo que no pocos nos arrepentimos. No están a la altura. No son competentes. No nos toman en serio. Sólo el poder importa… y tenemos la prueba en las campañas electorales. Palabras, muchas palabras. Promesas, muchas promesas. Hechos, pocos.

Es la triste y recurrente historia de España.

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