Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

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Guarismo.

martes, 26 de agosto de 2008

65. Quince minutos, en 400 palabras (cuarenta y una).

Quince minutos

Miro el reloj y compruebo, con nerviosismo, que sólo faltan quince minutos. Hasta ahora había tratado de ignorar lo que iba a suceder ineludiblemente, distrayéndome con cualquier cosa y negando que aquello fuera a ser cierto, deseando un cataclismo que lo impidiera, imaginando raras circunstancias que lo harían imposible… pero ya no. A quince minutos vista, lo que va a ocurrir ocurrirá sin remedio. Quince minutos. No me queda más. Es hora de aceptarlo, ya no valen subterfugios mentales para huir de ello. Miro el reloj, quince minutos todavía… catorce ya (este reloj sin segundero me pone nervioso; el minutero salta a minuto pasado y parece que el tiempo se detiene). Catorce… ¿qué debo hacer para afrontarlo? Evitarlo no está en mi mano, así que sólo me queda eso: afrontarlo. Afrontarlo de la mejor forma posible, con humor, al menos con cierto humor, y con dignidad, la dignidad es importante. He de aparentar serenidad, aunque esté nervioso; paciencia, aunque la impaciencia me carcoma; honradez, aunque a veces no fui honrado; hombría de bien, aunque fuera un canalla… en fin, debo mostrarme firme en mi actitud y sólido en mi aptitud. Ya saltó el minutero, trece ya. Sin quererlo y sin darme cuenta, mi mente me hace dar un largo paseo por mi vida. Me veo desde fuera, como si yo fuera otro y me observara. Me veo de bebé, mamando la teta de mi madre; de niño, jugando con mis hermanos y dándoles órdenes, como si hubiera sido el mayor, que no lo soy, y con mis amigos ejerciendo de jefe de la pandilla en las travesuras que perpetrábamos; de joven, con la sexualidad a flor de piel, el ansia de libertad y la rebeldía frente a todos y contra todo… pasan por entre mis recuerdos escenas agradables, fugaces, y escenas crudas que duran más de la cuenta, pero no me resisto. Miro el reloj: quedan tres minutos. Qué rápido saltó el minutero, sin avisarme. Tres minutos. Fijo la mirada en la pared de enfrente y mi mente se queda en blanco, como la pared inmaculada. Miro el reloj: dos minutos. Me concentro en el tiempo: 45, 44, 43, 42; imagino mi reloj con segundero y cuento hacia atrás los segundos. 7, 6, 5, 4; tres segundos y quedará un minuto. Un largo minuto. Un rayo de esperanza: ¿adelantará mi reloj…? No. Avanzó el minutero y… ¡todo acabó!

6 comentarios:

Bicho dijo...

Qué angustía Dios mío! A veces 15 minutos pueden ser una verdadera eternidad, la incertidumbre es tan mala compañera... ¿hubo final feliz?

Un beso (ya desde Madrid).

P.D.- ¿Para cuándo "Mis playas de Cái. Detalles (dos)?

Guarismo dijo...

Gracias por leerme, Bicho (el final no parece muy feliz...), y bienvenida a Madrid, aunque se estaba mejor en Cái, ¿no?

Mañana, seguramente, tendrás más detalles de tus/mis playas de Cái.

¿Qué tal tu cuello? Mi hija, feliz con la segunda serie de aguijones. ¡La han curado! Aunque parezca increíble...

Un abrazo,

Miguel

Ana Pedrero dijo...

Uff, Miguel. Ahora toca resoplar. Imagínate qué angustia si pudiésemos contar así nuestros últimos quince minutos, sabiendo que lo son. Inquietante, mucho.

Un beso. Me uno a la sugerencia de Bicho sobre mis/tus/sus playas de Cái.

Bicho dijo...

Ya sabía que el final era un poco trágico... pero es que yo mantengo la mirada optimista hasta el último momento.

Deberíamos resumir eso de mis/tus/sus playas de Cái en nuestras y que se vaya sumando al plural todo el que llegue por aquí y se sienta gaditano :)

Por cierto, un saludo para "Berrendita", que ya he visto que es otra incondicional tuya y a la que espero que no le disguste mi visita de vez en cuando por su "Fábrica de sueños".

El cuello va bien... aunque ahora tengo exámenes y supongo que con los nervios acabaré necesitando un buen par de aguijones. Los buscaré por Madrid (o lo utilizaré de tapadera para bajar otra vez a Conil).

Un besazo!

Guarismo dijo...

Bien, Bicho, como Berrendita ya habla de tus/mis/sus playas de Cái, estoy de acuerdo en decir nuestras playas de Cái. Es más fácil. Acepto tu sugerencia. Sólo hay un problema: como dices tú, más gente se unirá a nuestras playas de Cái... me encanta, pero Cái está ya mu llena. Hay que vaciarla un poquitín. No sé si debo publicar fotos de las playas. Quizás sólo de la basura (que, lamentablemente, la hay) y hablar mucho de lo malo que es el Viento de Levante, con sus levanteras, de lo húmedo que es el Viento de Poniente, de las nubes que trae el Viento Sur, del frío del Viento Norte...

Deberíamos decir que Cái es un desastre y dejar de hacerle propaganda... Sé que es egoísta, pero es que a mí me gustan las playas vacías, como hace veinte años...

¡En fin!

Ana: creo que ya tienes una nueva soñadora de tu fábrica. Y sí, sería muy inquietante conocer nuestros últimos 15 minutos...

(Por cierto, Bicho: ¡suerte en tus exámenes y que no te den dolor de cuello! ¿Qué estudias?).

Un abrazo,

Miguel

Ana Pedrero dijo...

¡Qué bueno, Miguel! Mi amiga Gema siempre dice que deberían pasarse dos años hablando en la tele del levante para recuperar a la Cái de su infancia. La nuestra, la que se duerme durante el otoño y el invierno para desperezarse en febrero y ponerse en pie en verano.

Por lo demás, Bicho, pasa hasta la cocina de la fábrica y deja tu huella. Allí todo el mundo es bienvenido. Yo también te visitaré.

Un beso a los dos.