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sábado, 16 de junio de 2012

268. La mujer loca, en 400 palabras (ciento ochenta y ocho).

La mujer loca

Parecía loca, la mujer. Yo estaba sentado en un banco del parque que tengo enfrente de casa, leyendo el periódico y con mi perrita Pizca sobre mis piernas (Pizca es pequeña y mimosa), cuando ella se sentó a mi lado, con los ojos tan saltones que parecían que se le iban a salir de un momento a otro. “La María es una estúpida, no la aguanto más. Y hoy mi marido va y dice que se va de casa, que no me aguanta. ¡Y qué! Que se vaya. La María me ha engañado con otra y eso no se lo consiento. Pues sólo por eso hoy no compraré el pan. ¿A usted que le parece, buen hombre?”. “Pues yo…, no sé, ¿qué me parece qué? ¿Lo del pan, lo de María o lo de su marido?”. “Pues lo del pan, claro. Hoy no lo voy a comprar”. “¡Ah! Bueno”. “Es que, mire, lo de María no tiene nombre. Había quedado conmigo en acompañarme al Corte Inglés y me llama para decirme que no puede. Vale, le digo, no importa. Y luego la veo con la Maite tomando café. Pues que se quede con ella. Yo ya tengo bastante con mi marido”. Se calla unos segundos. Yo, para que parezca que le hago caso, le pregunto: “Pero su marido, ¿no se va de casa?”. “¡Ah! Sí, eso dice, pero no se va. Y hoy se queda sin pan. ¿Sabe? A mi marido le gusta mucho el pan. Así que hoy, que se joda. Pero no se va, no, no tenga usted cuidado. A él le gusta mi cuerpo más que comer con los dedos. ¿No le he contado lo de la farmacia? He ido a comprar lo de siempre y me dicen que no lo tienen. Les he armado un pollo. ¿Pero es que no lo compro todas las semanas desde hace años?, les he dicho. Y no crea que me han respondido: Perdón, señora. No, nada de eso. Me han dicho que vuelva mañana. Pues mi marido no se va, no, no se preocupe”. “No, si yo…”. “Lo conozco y me amenaza cada vez que le digo que no, y ayer se lo dije porque me dolía la cabeza. ¿Sabe? A mí también me duele la cabeza”. “Sí, claro”, dije, por cumplir. “Y a la María que le den. Tengo más amigas. Deje que le cuente…“. Desconecté.   

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