Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

Querido visitante: gracias por pasar por aquí y leerme.
Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
A mí me sirve de entretenimiento y si a ti también te distrae, ¡estupendo!.
Si, además, dejas un comentario... ¡miel sobre hojuelas! Un abrazo,
Guarismo.

sábado, 20 de noviembre de 2010

191. Patatas fritas, en 400 palabras (ciento veinticinco).

(Diálogo entre un padre y su hija de 4 años; real como la vida misma)

Patataz fritaz...

—Papá, quero patataz.
—¿Qué patatas, hija?
—Fritaz, ¡Friiitaaaz!
—Claro, claro.
—Laz quero ya, papá.
—Vamos a ver dónde las encontramos. Allí hay un quiosco, ven.
—Laz quero en bolza amarilla.
—Bueno, primero veamos si las hay, luego cuáles tienen y entonces eliges.
—Vale.
...
—¿Tienen bolsas de patatas fritas?
—No.
—Vaya, hija, no hay.
—Poz yo quero patataz fritaz, tengo hambre.
—¿Te da igual panchitos, o ganchetos?
—No, quero patataz fritaz, ya te lo he dicho.
—Ya lo sé, pero no hay.
—Da igual, quero patataz fritaz.
—Bueno, tranquila, vamos a otro sitio.
...
—¿Me da una bolsa de patatas fritas?
—Lo siento, señor, se me han agotado.
—¿No le queda ni una? Mi hija quiere patatas fritas.
—Ya se lo dije, no tengo.
—Mala suerte, hija: aquí tampoco hay.
—¡Yo quero (llorando) patataz fritaz, papá!
—Ya lo sé, hija, pero ya ves que no las encontramos. ¿Quieres alguna otra cosa?
—¡No! (gritando).
—Bien, no te enfades, seguiremos buscándolas.
—Papá (llorando), ¿te haz enterado? No quero otra coza, quiero patataz fritaz.
—Pero no hay, ya las estamos buscando, ten paciencia y no llores.
—Lloro porque quero.
—Ya, pero no debes llorar. Si lloras me enfado.
—Ya eztáz enfadado.
—No, hija, me enfadaré si sigues llorando. Eres mayor y debes entender que esos señores no tienen patatas fritas. Andamos un poquito más y las buscamos, ¿vale?
—Zí, ¡eztoy canzada! (gritando).
—¿Pero no quieres patatas fritas?
—Zí.
—Tenemos que ir a otro sitio.
—No quero. ¡Me canzo!
—Entonces no podemos comprarlas.
—Yo quero patataz fritaz.
—Ya lo sé hija, estamos intentando encontrarlas. Pero si no las hay, no las hay y no puedo comprártelas.
—¡Yo quero patataz fritaz! (gritando y llorando).
—Pues vamos, no te pares.
—Erez malo, no me querez (llorando).
—Sí que te quiero, hija, y no me gusta que llores por una cosa así. Yo intento solucionarlo, pero tú no me dejas.
—Zí te dejo. Tienez que comprarlaz.
—Bien, vamos.
—¿Me llevaz en brazoz? (sin llorar).
—Ya eres mayor para eso.
—Zoy pequeñita.
—Está bien. Sube.
...
—Tampoco hay patatas fritas, lo siento, hija.
Poz vete de mi caza (con el ceño fruncido).
—Yo no tengo la culpa, estamos buscándolas.
¡Vete de mi mundo! (gritando y el ceño aún más fruncido).
—Hija, no te enfades conmigo, tranquila, aún nos quedan sitios por mirar...
—No te quero. ¡Y vete de mi vida! (gritando más, con el ceño fruncidísimo).
A mi hija

1 comentario:

Anónimo dijo...

Puez muchos años después te digo:
Ven a mi casa!!!
Ven a mi mundo!!!
Ven a mi universo!!!
Qué cosas decimos cuando somos pequeños...
Y lo que yo te quería entonces qué?? y lo que te quiero ahora??
Si yo no fuera pesada a veces no conseguiría las cosas que quiero, si no llego a ser pesada los últimos 15 años de nuestras vidas hubiesen sido tan diferentes...

Mañana te esperare con los brazos bien abiertos... ( eso sí, sólo si vienes con una bolsa de patatz fritaz bajo el brazzo...jejejeje.