Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

Querido visitante: gracias por pasar por aquí y leerme.
Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
A mí me sirve de entretenimiento y si a ti también te distrae, ¡estupendo!.
Si, además, dejas un comentario... ¡miel sobre hojuelas! Un abrazo,
Guarismo.

sábado, 19 de diciembre de 2009

142. Una noche divertida, en 400 palabras (noventa).

Una noche divertida

Llegué a casa algo tarde, y cansado. El día había sido agotador, entre quejas de los clientes, problemas técnicos y una rebelión solapada de algunos de mis colaboradores. Mientras lidiaba con todo eso, intenté pergeñar los presupuestos del año que viene y plantear las subidas salariales, de las que mi jefe no quiere ni oír ni hablar. Es decir, un día redondo.
Pero, por fin, llegué a casa, dispuesto a cambiar el chip y a olvidarlo todo hasta el día siguiente. Tenía unas once horas por delante para estar con la familia, charlar, cenar, descansar un rato ante la caja tonta y dormir.
—¡Qué cara traes, hijo! Ni que te hubieran matado —empieza mi mujer.
—Papá, ¿me ayudas? Tengo unos problemas de integrales que no sé cómo abordar —suelta mi hijo, sin dejarme contestar.
—¡Me tienes que ayudar a mí, papá, que siempre lo ayudas a él y a mí ni caso! —espeta mi hija sin contemplaciones—. Tengo un problema de Química que no sé cómo resolver.
—Vayamos por partes —dije tratando de tranquilizar el ambiente—. Primero, mamá, sí, he tenido un día duro; segundo, hijo, no sé si me acordaré de hacer integrales; tercero, hija, también te ayudaré a ti, aunque de Química sé muy poco; yo soy matemático, aunque ya no sepa ni hacer una raíz cuadrada...
—Pues habrás tenido un día duro, pero el mío...
—Me tienes que ayudar a mí primero, porque...
—No, papá, lo mío es más urgente, mañana...
Hablaron los tres a la vez, por lo que no pude entender casi nada. No respondí y me fui al dormitorio a cambiarme. Los tres me siguieron, cada uno con su tema, hablando a un tiempo.
—¡Silencio! Vayamos a cenar y lo comentamos con orden y tranquilamente... ¿Qué cenamos hoy? —pregunté inocentemente, por cambiar de tema.
—¿Me lo preguntas a mí? —dice mi mujer—.Hoy te toca a ti hacer la cena...
—¡Joder! Cierto, se me había olvidado. Bueno, a ver, ¿qué hay en la nevera?
—Pues nada. Tuviste que hacer la compra ayer y te olvidaste.
—Bien, veremos... ¿pan y mantequilla?
—No hay pan.
—Ni mantequilla.
—¿Sobraron croquetas de la semana pasada?
—No.
—Bien, pidamos una pizza.
—Yo quiero una hamburguesa.
—Yo no quiero comida basura.
—¿Y qué quieres, corazón?
—Pues cenar como Dios manda.
—¿Huevos y patatas fritas, por ejemplo?
—Si hubiera huevos... Pero como ayer no los compraste...

7 comentarios:

Bicho dijo...

Pues menos mal que te lo tomas con sentido del humor, porque vaya caos en un momentito!

Guarismo dijo...

Si no le echas humor..., en fin, la imaginación da para mucho.

Gracias, Bicho, por asomarte por aquí.

Jenn Díaz dijo...

Oye, pero... ¿y al final qué se comió en esa casa? Jajaja.
A mí me gusta que te lo tomes con humor. La misma escena podría sacar de quicio y, sin embargo, le echas una sonrisa.
Hoy cuentas más de ti que otros días. Y es bonito lo que se ve.
Un abrazo, Miguel.

Guarismo dijo...

Gracias, Fusilla. No pude contar el final... lo dejo a la imaginación de cada uno. Además, no me cabía en 400 palabras, ya sabes.

Un abrazo,

Miguel

Anónimo dijo...

Pero que jeta tienes. Recibimiento por mi parte: ¿qué tal el día guapo?. Recibimiento por parte de tus hijos: -no están-
Morro que tienes un morro que te lo pisas y además que se sepa, no sabes hacer ni un huevo cocido, que ya es fácil. La cena... te la encuentras siempre puesta, servida, guisada, comprada, pensada y hasta la recojo. Morrazo.
Tu amante esposa

Guarismo dijo...

Bueno, mi anónima y "amante esposa" me descubre... Además de insultarme, chillarme, decirme "¡qué jeta tienes¡, ¡no me lo puedo creer! ¡eres un...! ¡llegas a casa con la cena puesta y escribes eso...!, ¡qué morro!, ¡estoy alucinada con lo que escribes!, ¡para matarte!, etc., etc., lleva un buen rato sin dirigirme la palabra... ¿Será que aún no ha entendido que mis 400 palabras son, en su mayoría, ficción?

Bueno, dejémoslo así, no vayamos a empeorar la situación (he intentado explicárselo, pero nada, no hay manera). Ahora vuelve a hablarme y me dice: "¡Qué morro tienes; tienes un morro que te lo pisas!". En fin... A pesar de todo, te quiero, "amante esposa".

Miguel (tu "amante esposo").

Anónimo dijo...

A lo mejor en 2011 te vuelvo a hablar. CARA DURA