Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

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viernes, 11 de diciembre de 2009

140. Terrible suceso.

Ayer falleció, en accidente de moto, el hijo de 26 años de una muy buena amiga mía. Terrible hecho que quisiera no hubiera ocurrido nunca.

—No te lo mereces, Inma.
—No se lo merece nadie.
—No te lo mereces tú.

Fueron casi las únicas palabras que crucé con ella, entre muchos abrazos y besos. “Con todo mi cariño”, les dije abrazándolas a ella y a su hija. Lágrimas no, que ellas las tenían que tener secas y yo no debía exteriorizar mi pena. No se me ocurría qué otra cosa hacer, qué otra cosa decir. Con su marido hablamos de alguna cosa estúpida con la única intención de que, durante uno o dos minutos, no pensara en su tremenda tragedia. Viéndolos, viendo al hijo muerto, se te hiela el corazón.

Ante un suceso tan dramático, ¿qué sentido tiene lo demás? ¡Nos preocupamos de tantas cosas sin importancia! Hasta que te estrellas con una tragedia como ésta y entonces pasas a relativizarlo todo. Por poco tiempo, eso sí, que la vida te devuelve a la rutina y pronto olvidas lo que pasó.

Pero Inma, su marido, su hija, no lo olvidarán. Tendrán que aprender a convivir con la ausencia. ¡Dura e injusta realidad!

No creo que haya nada más terrible para unos padres que sobrevivir a un hijo.

2 comentarios:

Bicho dijo...

Preciosa reflexión Guarismo.

Yo creo que en estos casos, es mejor decir poco, o nada, y solamente, ESTAR. Porque como muy bien dices, tarde o temprano, todo el mundo vuelve a la rutina pero para ellos, todo lo cotidiano ha cambiado para siempre y se hace muy duro seguir adelante.

Un beso muy fuerte Miguel.

Guarismo dijo...

Gracias, Carolina.

Un abrazo.