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martes, 6 de octubre de 2009

129. La mentira, en 400 palabras (ochenta y cuatro).

La mentira

Hay gente que es mentirosa, patológicamente mentirosa. Disfrutan con engañar; a veces en beneficio propio, otras por el puro placer de mentir. Mantienen la mentira, hasta que una evidencia, que siempre se deja por algún rincón, demuestra que la mentira era insostenible. Entonces, no importa la mentira o, a pesar de ello, se mantiene, perdiendo todo crédito posible.

Me he encontrado a lo largo de mi vida laboral, y personal, a varios personajes así. Parecen encontrar auténtico placer en mentir, en falsear la verdad sin argumento posible, simplemente porque hay que engañar. Cuando el personaje se involucra solamente a sí mismo, allá él y sus mentiras. Pero cuando te involucran a ti, malo. Y si te da la orden de mantener la mentira —porque eres su subordinado y puede—, entonces tienes un problema. Más de un disgusto, y disgusto serio alguno de ellos, ha costado tratar de negar la evidencia, mintiendo P.O. (por orden). Ahora conozco un caso sin importancia de un amigo, P. O., y un caso más serio en el que está involucrada una amiga, también P.O.

Si te cuesta mentir, o lo disimulas mal, tienes un problema. ¡Con lo fácil que es la verdad! Aunque no siempre sirva para mucho, cuando debiera.

Para mentir hay que preparar bien las cosas, los datos, los argumentos, las explicaciones… Eso lo hace el mentiroso inteligente, sereno, que se lo monta bien. El mentiroso compulsivo, no. Y se le termina pillando. Y le echan del trabajo, pierde un cliente o le condenan en un juicio. Son palabras mayores, pero así ocurre, yo lo he vivido indirectamente. Con un agravante: el mentiroso nunca aprende de las consecuencias de sus mentiras y reincide. Sigue engañando. A lo mejor se retiene durante un tiempo, pero su naturaleza le hace volver a mentir en breve. Supongo que le causa placer, o está tan acostumbrado que ya no puede evitarlo.

Insisto: ¡con lo fácil que es la verdad! En la mentira, si es P.O., has de poner a más de uno de acuerdo y luego vienen las contradicciones, que no hay quien salve… En la verdad habrá matices, distintos puntos de vista, prismas diferentes, pero rara vez contradicciones fuertes. Es fácil de mantener, de demostrar, de explicar…, hasta de recordar, cosa que no ocurre con la mentira… y te pillan. Ya lo dice el refrán: antes se pilla al mentiroso que al cojo.

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