Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

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miércoles, 5 de noviembre de 2008

80. Este fenómeno de las bitácoras, en 400 palabras (cincuenta y dos).

Este fenómeno de las bitácoras

Esta mi bitácora ha conseguido ya las 5.000 visitas—a pesar de que descuento las mías— y algunas más, pues puse el contador pasados unos meses. Cinco mil visitas que aún me parecen increíbles.

Poco a poco, compruebo que la red de estos blogs me atrapa. Creía haber comentado aquí cómo empecé, pero no lo veo. Fue buscando en un buscador “viento de levante” como encontré una “fábrica de sueños” que citaba mi viento. La leí y la releí y me enganchó. Entonces me atreví a crear mi propia fábrica, aunque entonces no sabía qué iba a fabricar. “Escribirás tú solo. Para ti. Serán tus reflexiones” escribí en mi primera entrada, sin saber aún lo que escribiría en la siguiente. Hasta que me centré y fabriqué –y sigo fabricando de vez en cuando- 400 palabras.

Me llama la atención este fenómeno y, sobre todo, el hecho de haber conseguido a media docena de fieles que me comentan y quizá otra media que me lee con cierta asiduidad. Es muy de agradecer.

Yo también soy asiduo a las bitácoras de los que me comentan, que enlazo y que me enlazan. Salvo excepciones, disfruto cada noche haciendo mi recorrido por las bitácoras amigas, buscando nuevas y deliciosas entradas y publicando al menos una vez a la semana, con excepciones también. Poco a poco voy extendiendo la red y accediendo a más y más, aunque hay tantas que no quiero dispersarme. Si tuviera todo el tiempo para ello, es posible que jamás me aburriera. Hay cosas muy dignas de leer.

Hay que reconocer que en los comentarios somos amables y agradecidos: tú me piropeas a mí y yo a ti te echo un piropo. Así da gusto leernos. Debe ser la ley de la compensación y la buena educación. Aunque me atrevo a decir que los comentarios los hacemos con sinceridad. Si no, ¿qué sentido tienen? Si no te gusta una entrada, pues la dejas pasar sin comentarios y punto.

Bueno, a todo esto yo quería sólo agradecer a mis lectores sus cinco mil visitas. Toda una sorpresa para mí. Mi vanidad —¡pobre de mi rica vanidad!— engorda a cada comentario, aunque se pregunta, humildemente —mi vanidad, a veces, se humilla— que cómo es posible que tenga tantas visitas y algunos fans, como alguna que me lee así se declaró.

En definitiva, que muchas gracias a todos. ¡Gracias!

10 comentarios:

Anónimo dijo...

De lejos esto parece un putiferio de palabras. Y digo un putiferio porque es verdad, como dices, que todos nos elogiamos a todos y a veces hasta parece que haya trampa, de lo agradable y bonito que es. Lo mejor de todo es que, o yo por lo menos, es de corazón, de verdad. No tenemos ninguna necesidad de hacerlo sin sentirlo, ni siquiera nos conocemos.

Qué suerte esa fábrica. Qué suerte para ti, para mí, para los sueños. Arropo tu agradecimiento y te mando otro de vuelta, es un placer.

Y te dejo un poema de regalo que me recuerda un poco a todo esto que te he dicho.

Un beso.

Organizas las palabras,
las pones una encima de otra,
una debajo de otra,
una detrás de otra,
como una desenfrenada orgía
en la que por fin fornicas con quien quieres.
Por un momento tienes al mundo por el cuello.
Por un momento.
Es maravilloso.
Éste es el invento.
El invento.

Roger Wolfe.

Anónimo dijo...

No creo en el peloteo gratuito, yo al menos no soy hipócrita y lo que no me gusta lo digo, y lo que sí, también.
Y si puedo herir sensibilidades, mejor no digo nada.
A mí me gusta tu gran espacio y lo llenas de cosas bonitas, de sentimientos sinceros y de pensamientos admirables.
Un beso!

Ana Pedrero dijo...

Jajajaja, ma encanta lo del putiferio de palabras. Pero, mira, Miguel, yo sólo escribo en aquellos blogs que me enganchan. Y a veces, si no lo hago, no es porque no me guste. Es simplemente por falta de tiempo o porque a veces no resta nada que añadir.

En cualquier caso, me encanta -y lo sabes- de que fuese el juguetón viento de levante el que te llevase hasta mi fábrica y te ayudase a erigir la tuya, con sillares de cuatrocientas palabras.

Cinco mil besos. :)

Guarismo dijo...

Gracias, Fusa. La verdad es que este invento lo describe muy bien Wolfe. El placer de las palabras no nos lo puede quitar nadie... y el placer de leernos, tampoco.

Malacitania: estoy de acuerdo contigo: no es peloteo; ¿qué necesidad hay si, como dice Fusa, ni siquiera nos conocemos? Aunque sí nos conocemos, Fusa, las palabras transmiten mucho...

Berrendita, sí, tu eres la culpable junto a mi viento de Levante de que esta fábrica (no debiera llamarle así, pero si tú me autorizas...) exista y se llene, poco a poco, de 400 palabras, unas huecas, otras sentidas, algunas figuradas... pero todas trabajadas.

Gracias a las tres.

María Martín Calvo dijo...

a mi me has enganchado...

Besos nazaríes

Guarismo dijo...

Me alegra, Lía. Bienvenida. Te visitaré, por si me engancho...

Un abrazo,

Miguel

estrella de mar dijo...

jeje me ha gustado lo de la vanidad. Lo de ser leido hace que te sientas no importante, sino parte de alguien. Es raro que yo no te conozca de nada, no seamos de la misma generación y, seguramente, tampoco tengamos mucho en común... pero que te lea y tú me leas.

¡esto de los blogs es la leche!

y los comentarios son agradables porque no creo que haya necesidad de ser desagradable con nadie.

buen día y enhorabuena por las visitas

Guarismo dijo...

Gracias, Marta. Efectivamente, ni nos conocemos ni somos de la misma generación. Algo en común sí tenemos: esto de las bitácoras y que nos leemos de vez en cuando... y nos comentamos con amabilidad, cierto, que no hay por qué ser desagradable... como dices tú.

Un abrazo,

Miguel

Bicho dijo...

Guarismo! Poco tengo qué decir sobre el "fenómeno de las bitácoras", porque ya se ha dicho todo por aquí. Nada de esto tendría mucho sentido si los comentarios no fueran sinceros, ¿qué ganamos engañándonos entre "desconocidos"?

Ya sabes que me encanta leerte; tus 400, logran poner una sonrisa en mis días con bastante frecuencia.

Un besote!

Guarismo dijo...

Gracias, Carolina. Sí, somos desconocidos, como tú dices, aunque estas biácoras algo dicen de nosotros...

Me encanta que te encante leer mis 400... ¡ya sabes eso de la vanidad...!

Un abrazo,

Miguel