Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

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Guarismo.

domingo, 25 de noviembre de 2007

11. Ella, en 400 palabras (dos).

La poesía no gusta, eso dice Donce y tiene razón. Así que sigo con mis relatos cortos de cuatrocientas palabras, escritos hace un par de años. Éste es el segundo.

Ella

La había visto varias veces sentada a la misma mesa en la cafetería donde yo suelo desayunar. Apenas si me había fijado en ella. Esta mañana sí lo hice. Me senté en un taburete desde donde podía contemplarla directamente y abrí el periódico para disimular un poco. No me interesaban nada las noticias del día, ni siquiera sé qué periódico había cogido de la barra del bar. Tenía una reunión de trabajo a las diez, pero tampoco me interesaba mucho; es más, ya había llamado a la oficina para decir que llegaría más tarde, que empezaran sin mí. La miré. Ella estaba escribiendo, muy concentrada, en un cuaderno de pastas rojas. Lo hacía deprisa, yo diría que sin dudar lo más mínimo porque no la vi detenerse un segundo, ni tachar nada, ni releer lo escrito. De vez en cuando levantaba su vista del papel y me miraba durante una fracción de segundo, yo creo que sin verme. Pelo castaño, de piel morena, diría que tostada por el sol, seguro, labios finos y nariz un tanto afilada. Atractiva. Con una frecuencia precisa, su mano izquierda recogía la melena que le caía por la cara y la pasaba por detrás de la oreja, con ese gesto tan femenino. Ella seguía escribiendo, mirándome sin verme, creo, a cada rato. Yo continuaba mirándola fijamente… ahora ya con descaro, sin disimular tras el periódico abierto. Cerraba los ojos y podía reproducirla en mi mente con todo detalle. De repente la vi sonreír.


Me pareció que rubricaba su escrito, arrancó las hojas del cuaderno de pastas rojas, se levantó y se dirigió hacia mí. “¡Hola”, me dijo, y me las entregó. Perplejo, sin decir palabra, comencé a leerlas: “Lo he visto varias veces sentado en el mismo taburete en la cafetería donde suelo desayunar. Apenas si me había fijado en él. Esta mañana sí lo he hecho. Tengo una reunión en la oficina dentro de un rato, pero ya he llamado para que no cuenten conmigo. Me he puesto a escribir para disimular un poco. Lo miro de vez en cuando, creo que él no se da cuenta, y compruebo que me mira fijamente. Es moreno, de tez morena tostada por el sol, seguro, con barba bien cuidada salpicada de canas, nariz aguileña y labios carnosos. Atractivo. Con gesto firme y masculino se acaricia la perilla periódicamente, con frecuencia fija, sin dejar de mirarme…”.



© 2005, el autor de este Blog



5 comentarios:

Ana Pedrero dijo...

Genial. Me ha encantado. Estas cosas pasan, eso seguro. Lo malo es que no las escribimos por cobardía, o cuando lo hacemos él ya se ha levantado del taburete. O ella simplemente se marcha con las cuartillas sin arrancar del cuaderno. ;)

Un abrazo.

Guarismo dijo...

Gracias, Berrendita, eres muy amable... y supongo que sí, que esas cosas pasan: él ya se ha ido sin esperar o ella no se lo entrega, como tú dices, aunque los dos lo hubieran deseado...

¿Me envías un correo-e? (Si quieres, claro; está en mi perfil).

Un abrazo fuerte

Donce dijo...

Buenísimo. Me encantó.Y sí, esas cosas pasan, y los dos se van sin entregar sus hojas, y gracias a eso queda un lindo recuerdo, pq A VECES las mejores historias son las que no llegan a ocurrir...

Otro abrazo.

Donce dijo...

Ah, se me olvidaba guarismo, que yo de la poesía no te dije "naaa", ay maree!!
Oye, la de la foto es la chica??

Guarismo dijo...

Donce:

No, la de la foto no es la chica... todo es fruto de la imaginación. Aunque con una chica así, igual me hubiera ocurrido eso (a mí, no sé si a ella...ja,ja).

Bueno, veo que "me das permiso" para seguir publicando poemas (por llamarles de alguna forma). Lo haré. Gracias.