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domingo, 3 de julio de 2011

223. Las bodas de mis hijos, en 400 palabras (ciento cincuenta y cinco).

Las bodas de mis hijos

Como ya dije en otra ocasión, no suelo contar cosas familiares o muy personales aquí. Pero en este caso la ocasión lo merece. Mi hijo se ha casado hace ya casi dos meses y mi hija, ayer sábado.

De entrada diré que he tenido mucha suerte con mi nuera y mi yerno. Son excelentes personas. Los quiero y he de suponer que ellos me quieren a mí. Al menos no demuestran lo contrario. Creo que he ganado una hija y un hijo y espero no perder a los míos...Y, lo que es lo que importa, quieren a mis hijos y éstos a ellos. Se les ve feliz a las dos parejas. Ambas han vivido un noviazgo de varios años y han madurado. Formalizar la relación era lo lógico y tenía que llegar ya.

Han sido bodas distintas pero ambas entrañables. Además, sin ningún incidente; todo ha salido a la perfección. Las novias, guapísimas o, mejor, espectaculares. Los novios, elegantes.

En las dos bodas me atreví a decir unas palabras. Es mi costumbre soltar una charleta en cualquier reunión multitudinaria que celebre algo. Y no iba a ser menos en las bodas de mis hijos. Conté la historia de cada pareja, desde que se conocieron, y luego glosé lo que yo entiendo por amor. El amor, dije más o menos en ambas bodas, es afecto, amistad, entrega e ilusión; es sacrificio, y también es placer, pasión y alegría, es ternura y devoción; a veces, sufrimiento; pero es idilio, locura, respeto y cariño, perdón, gozo, admiración, deseo, renuncia, armonía, equilibrio (a veces hay que ser equilibrista, sin duda... —risas—) y generosidad, mucha generosidad. Y luego les deseé a los cuatro, de dos en dos, que su amor les durara eternamente.

En fin, si cuento esto aquí es porque, como padre, me siento orgulloso de la decisión de mis hijos y de la nueva etapa que emprenden en su vida. Es el camino natural, ya lo sé, pero cuando lo vives en primera persona no deja de afectarte, de afectarte muy positivamente, claro. Les deseo lo mejor de la vida, como les dije, les deseo que sean muy muy felices. ¡Qué otra cosa puede desear un padre!

En fin, que ahora mi mujer y yo nos quedamos solos... El siguiente paso serán los nietos, que así lo han dicho mis hijos. Es que se hace uno viejo...

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