Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

Querido visitante: gracias por pasar por aquí y leerme.
Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
A mí me sirve de entretenimiento y si a ti también te distrae, ¡estupendo!.
Si, además, dejas un comentario... ¡miel sobre hojuelas! Un abrazo,
Guarismo.

sábado, 23 de octubre de 2010

187. Golfito, en 400 palabras (ciento veintidós).

Golfito
Mi perro Golfo, Golfito, murió ayer, tras un fuerte ataque de asfixia, sedado, tranquilo. Su veterinario nos asegura que no sufrió. Nos dejó a los 15 años (15 años menos 9 días) y tras unas semanas de encontrarse pachucho. Sabíamos que iba a ser más tarde más temprano, estábamos preparados... o eso creíamos. Pero no. Hemos sufrido y lloramos su pérdida. Ahora lo vamos a echar mucho de menos. Ya no me recibirá cuando llego a casa con esa alegría que lo caracterizaba. Ya no disfrutará haciendo sus travesuras ni nos hará disfrutar a nosotros... Ya no nos reiremos con sus gracias o sus manías, ya no gozaremos de su presencia siempre atenta. No recibiremos su cariño desinteresado... Ya no está con nosotros.

Ahora nos queda recordar los 15 años (15 años menos 9 días) de felicidad que nos ha regalado. Juguetón, alegre, travieso, bueno como él solo, fiel, sobre todo fiel, obediente, simpático... Era la alegría de la casa.

Ahora pienso en aquella respuesta que le di a mi hija cuando me dijo: "papá, quiero un perro". Le contesté: "elige: perro o padre; si un perro viene a esta casa, tu padre se irá". "Perro", me respondió, y a por él fuimos. Siempre recordaré aquella frase que mi padre decía: "no quiero animales, que se les coge mucho cariño y luego se sufre mucho cuando mueren" ¡Cuánta razón tenía! Nunca creí poder coger tanto cariño a un bicho. Claro que no era un bicho, era mi perro Golfo, al que he querido una barbaridad. Y al que sé que, desde hoy, voy a extrañar muchísimo. No lo encontraré a las siete y media de la mañana para sacarlo a la calle, ni a las ocho y media de la tarde para dar un paseo los tres, mi mujer, Golfo y yo.

Ya no correrá conmigo por mi playita de Cái, ni me ladrará en cada extremo para dar la vuelta. Ya no jugaremos a perseguirlo por la arena para que simulara enfadarse y gruñera... Lo voy a echar mucho de menos.

Si existe un cielo para perros, por qué no, Golfito estará allí y desde allí nos estará observando y disfrutando de nosotros. Desde luego mi perro Golfito vive en nuestra memoria y nunca nos olvidaremos de él. Nunca olvidaré lo que me ayudó cuando pasé aquella maldita depresión. Nunca olvidaré los ratos maravillosos que nos ha dado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si Golfete pudiese hablar, estoy convencida que de que la palabra que diría con una voz firme y segura es: GRACIAS.

Gracias por recogerme de esa tienda tan fría y tan incómoda, allí me encontraba muy solito…

Gracias por llevarme a vuestro hogar y hacerme sentir como un miembro más de la familia. No se me olvidará nunca el día que entré por primera vez en vuestra casa… cómo resbalaba el suelo…jajajajaja, me caía cada vez que intentaba correr…

Tuvisteis mucha paciencia conmigo. Me enseñasteis a usar los periódicos en casa y seguidamente me enseñasteis a hacer mis necesidades en la calle. Me enseñasteis a no comer guarrerías del suelo, a no cruzar la calle solito (aunque alguna vez se me olvidó, lo siento…) y a no comerme las orugas porque, si no, me podía poner muy malito… (acordaros de aquella vez… ¡qué susto!). También mostrasteis mucha paciencia cuando me peinabais el largo pelo y me desenredabais esos grandes nudos que me salían, o cuando os pasabais horas buscando garrapatas que me hacían daño…

Gracias también por compartir risas conmigo, aunque a veces fueran a mi costa (como ese día que me pusisteis gafas de sol y una camiseta de Timón y Pumba y me hicisteis andar como un modelo por la casa…jajaja, no os dije nada, pero no veía ni torta! o ese otro día que me bajasteis a la calle con una cresta AZUL!!! Qué vergüenza, bichos, que sois unos bichos!)

Gracias por acompañarme a pasear tantas veces al día; he conocido muchos lugares con vosotros, hasta me llevasteis de excursión a la Fuente de la Salud… así he aguantado tantos años con vosotros. Gracias a esos paseos encontré la perrita de mi vida… TEA, la mamá de mis hijos.

Gracias por comprarme juguetitos y una cama tan cómoda (aunque disfrutaba muchísimo durmiendo junto a vosotros en el sofá de Roche o en la alfombra de casa).

Gracias por cuidar cada detalle de mi vida, por comprarme un bebedero alto para que no me mojara las orejitas y pudiese ponerme malito, o por comprarme ese jersey tan abrigadito para invierno… (las botitas de agua reconozco que nunca me gustaron) o por hacerme de cena arroz cuando estaba malito, por llevarme a ver a Pepe cada vez que me quejaba de algo, por curarme esas verrugas tan feas que me salieron los últimos años de mi vida, por comprarme nuevas correas y arneses cuando estaban ya viejos o me hacían daño en el cuello al pasear.

Gracias de todo corazón por llevarme siempre con vosotros, por darme la oportunidad de disfrutar corriendo en el chalet de Roche y por esas carreras en la playa. Gracias por invitarme a nadar con vosotros en ese agua tan fresquita y jugar con las olas. Gracias por presentarme nuevos amigos (al final cogí cariño a Dory).

Gracias por compartir el aperitivo de la playa conmigo o por acordaros siempre de guardarme el último trocito de plátano… mmmm qué rico me sabía. Gracias por esos premios que me dabais cada día después de tomar la medicina, la verdad es que me quitaba el mal sabor de boca que me dejaban esas asquerosas pastillas… y gracias por hacerme beber agua con limón para que no se me escapase el pis… reconozco que al principio no me gustaba, pero como todo en esta vida uno se hace, y yo me hice, incluso me llegó a gustar.

(continúa)

Anónimo dijo...

(continuación)

Gracias por recoger mis excrementos en la calle, pasaba mucho apuro al ver que el resto de la gente no lo hacía.

Gracias por haber hecho todo lo que habéis hecho por mí. Sobre todo gracias por ayudarme a irme al otro mundo tranquilo, fue maravilloso sentir vuestras caricias y oír vuestras palabras de apoyo mientras me iba.

En ese momento, cuando ví aquella extraña luz, o lo que fuese, pasaron por mi mente todas las imágenes de mi vida y os aseguro que una gran alegría invadió mi cuerpo, porque supe que había cumplido felizmente mi trabajo en la tierra. Os he ayudado a salir de depresiones, os he escuchado en todo momento, os he dado la bienvenida con la mayor alegría que he podido siempre, incluso cuando lo que más necesitaba era quedarme tumbadito en el sofá porque ya no me encontraba bien. Sé que me voy tranquilo y seguro de que vuestra vida va a seguir adelante como ha seguido en otros momentos difíciles, porque sois una familia fuerte, sois una familia UNIDA, sois una GRAN familia.

Os voy a echar mucho de menos, pero no quiero que estéis tristes. Ahora empezáis una nueva etapa de vuestra vida. Siento que la Yaya y yo os hayamos abandonado tan pronto, pero era nuestro momento. Ya habíamos hecho todo lo que nos correspondía hacer en esta vida, nuestra misión ya estaba más que cumplida. Ahora vosotros tenéis que seguir con la vuestra. Ahora tenéis que aprovechar esos momentos que no pudisteis aprovechar para iros a pasar un fin de semana fuera o ir a ver y montar en los windreamer, para ir de compras, para salir a cenar, para echaros largas siestas, para todo lo que os apetezca hacer en cada momento. Ya no me tenéis que cuidar, eso íi, aprovechad al máximo porque no tardaréis en volver a tener que cuidar a alguien, pero ya se acabaron los ancianitos, en breve cuidaréis a unos bebés preciosos… y eso es un placer.

Recordad que yo siempre estaré ahí, os voy a seguir cuidando y mimando, y aunque esté lejos no he dejado de existir.

Os quiero muchísimo, familia. Me siento un perro muy pero que muy afortunado.

GRACIAS.

GOLFO.