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sábado, 16 de octubre de 2010

186. Caos en la oficina, parte II, en 400 palabras (ciento veintiuna).

Caos en la oficina (parte II)
(continuación)

—Ahí sigue... no sé si arreglará el disco, hay muchos errores.
—Ha pasado una hora ya. ¿Tanto tarda?
—Parece que sí.
—¿Y no tenemos copia de seguridad?
—No de ayer.
—¿De cuándo?
—De anteayer.
—¿Y los clientes?
—Que esperen.
—No pueden. Tienen que hacer las declaraciones de Hacienda y se agota el plazo... O sea, que perdemos 24 horas de trabajo.
—Sí, o puede que sean 36.
—Y nuestros clientes también.
—Sí.
—Nos van a matar.
—Sí, es probable.
—¿Y qué les vas a decir?
—Yo, nada, jefe. Tendrás que hablar tú.
—¿Yo? Pero yo no he roto el disco.
—Yo, tampoco, jefe. Se ha... —duda— se ha roto solo.
—¿Y?
—Estas cosas ocurren...
—¿Y el disco espejo también se ha roto?
—Pues... parece que sí.
—¿Y estaban en la misma cabina?
—Sí.
—¿Por qué?
—Se decidió así porque es lo normal.
—¿Y es normal que los DOS discos fallen?
—No, no lo es.
—¿Y que falle la copia de seguridad?
—No, pero ése es otro problema: se fue la luz a la hora en que estaba programada, más o menos.
—Ya, y el SAI no aguantó, ya lo sé. Bien. ¿Qué hacemos?
—Esperar.
—¿Esperar?
—Puedes rezar si quieres, no se me ocurre otra cosa.
—¿Que rece? ¿Y para qué cojones estás tú?
—Para rezar, jefe, dadas las circunstancias.
—¡Joder! No es posible tanta mala suerte.
—La mala suerte no existe, jefe. Existe la probabilidad de que algo ocurra.
—¿Y qué probabilidad era la que teníamos?
—Del 0,037%, según los cálculos que hicimos cuando montamos el sistema.
—O sea, del 100%.
—No, del 0,037%.
—Sí, pero ha ocurrido y ya es del 100%, ¿o no?
—Hombre, visto así...
(Silencio; quizás estaban rezando todos)
—¿Otras opciones?
—Restaurar los datos de anteayer y pasar el fichero de operaciones que recoge todas las hechas durante el día.
—¿Y adónde llegamos así?
—A un resultado equivalente al que pretendemos: recuperaríamos todo.
—¿Y a qué esperamos?
—Jota lo está estudiando.
—¿Estudiándolo? ¿Es que no conoce el procedimiento?
—No lo hemos aplicado nunca, será la primera vez.
—¡Joder! Pues que espabile.
—En ello está.
—¿Y cuánto tiempo necesita?
—Calculo que unas tres horas.
—¿TRES horas? ¡Qué barbaridad!
—Sí, jefe: 45 minutos para restaurar y el resto para aplicar los cambios en la base de datos.
—Los clientes nos van a matar.
—Sí.
—¿Y qué hacemos?
—Esperar a que termine el scan por si resulta; si no...

(continuará)

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