Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

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Guarismo.

viernes, 24 de abril de 2009

106. El tiempo, en 400 palabras (sesenta y ocho).

El tiempo

—¿Qué tiempo hace ahí fuera?
—No lo sé. ¿Por qué no miras por la ventana?
—Pensé que lo habías hecho tú, por eso te preguntaba.
—Sí, me he asomado, pero no me fijé.
—No entiendo. ¿Qué mirabas? Te habrás dado cuenta de si llovía o nevaba, digo yo.
—Ya te dije que no me he fijado. Asómate tú.
—Claro, lo haré, pero podías haberte dado cuenta. ¿Qué mirabas?
—Pues la calle. ¿Puedo?
—Por supuesto que puedes.
—¿Entonces?
—Pues que podrías haber visto si hace sol, si nieva, si llueve, si está nublado.
—¿Y para qué quieres saberlo?
—Me gusta saber el tiempo que hace.
—Pues sal a la calle y lo sabrás.
—Ya. Pero, si no sé que tiempo hace, ¿qué me pongo? ¿Abrigo y bufanda, o bajo en pantalón corto?
—Bueno estamos casi en primavera, no creo que tengas que ser tan extremista. Ni una cosa ni otra. Supongo que con un jersey te basta.
—¿Y cómo lo sabes si no sabes qué tiempo hace?
—Bueno, lo supongo.
—Ya, pero con este tiempo tan cambiante no te puedes fiar. Hace un par de semanas hizo un tiempo de verano y anteayer casi nieva.
—Ponte lo que quieras, sal a la calle y luego subes a cambiarte si pasas frío o calor, depende de cómo vayas. O asómate primero a la ventana, que es lo más sensato.
—Pero tú ya te has asomado y no sabes qué tiempo hace.
—Ya te dije que no me fijé. Además, en estos momentos me importa poco el tiempo que hace. No pienso salir.
—Yo sí, por eso te pregunté.
—¿Y adónde vas?
—Depende del tiempo.
—¿Qué tiene que ver el tiempo? Si quieres salir es que quieres ir a algún sitio.
—No, no es así. Mira, si hace sol y buena temperatura me apetece dar un paseo.
—¿Y si no?
—Pues si llueve, me iría a tomar un café al bar de la esquina.
—¿Y si nieva?
—Entonces me abrigaría bien, me pondría las botas y también daría un paseo. Me gusta la nieve.
—Pues no sé qué decirte. Asómate a la ventana y lo ves.
—¡Pero si ya lo has hecho tú y no lo sabes!
—Pero yo tenía otro objetivo y no me he fijado en el tiempo.
—¿En qué te fijaste entonces?
—En la calle, ya te lo dije.
—¿Y cómo está la calle?
—Y yo qué sé.

3 comentarios:

Marina dijo...

Me encanta el ritmo del diálogo, y sobre todo el final.

De todas formas, me cuesta creer que el protagonista no se haya fijado en el tiempo. En esta época es lo primero en lo que se fija todo el mundo, que al menos aquí en Granada el tipo que lleva los mandos parece haberse vuelto loco.

Un besito.

Anónimo dijo...

Tienes un estilo muy tuyo en los diálogos, Miguel. Siempre rápidos, con juego, siempre lleno de confusiones, dando saltos, despiertos.

Un beso.

-¿Qué tiempo hace?
-¿A qué te refieres?
-Pues al tiempo.
-No entiendo.
-Has mirado por la ventana, te he visto.
-Sí, miraba si llega ya mi hermana.
-Y qué tiempo hace.
-No entiendo.
-El tiempo.
-Sí, qué.
-Que cuál.
-No sé.
-¿Y la ventana?
-Qué le pasa.
-Que has mirado por ella.
-Sí, por lo de mi hermana.
-¿Y el tiempo?
-No estaba.
-El qué.
-Mi hermana.
-Ya.
-¿Y el tiempo?
-Deja ya el maldito reloj.
-¿Pero hace frío o calor?
-Ahí está mi hermana.

Guarismo dijo...

Marina: gusto da verte por aquí de nuevo... Bueno, habrás observado que los protagonistas no eran muy normales, no. Por eso uno no se fija en el tiempo que hace y el otro no se asoma por la ventana antes de salir...

Fusa: gracias por tu regalo en forma de diálogo. Ya sé que también te gusta jugar con las palabras.

Un abrazo a las dos,

Miguel