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domingo, 23 de noviembre de 2008

83. El tiempo, en 400 palabras (cincuenta y cinco).

El tiempo

El tiempo se me escapa por entre las manos. Me las retuerzo para estrujarlo y sacar las gotas de tiempo que necesito para disfrutar. Pero las gotas caen y ruedan sin solución por mis brazos hasta que se evaporan. Porque el tiempo se evapora sin que te des cuenta. Es fin de semana —bueno, era, porque quedan apenas doce minutos para que acabe— e intento retenerlo como sea. Escribo estas líneas, en 400 palabras, para extenderlo, para hacerlo más largo, para que no acabe… pero miro el reloj y veo avanzar sin pausa el segundero, segundo a segundo, y el minutero, minuto a minuto. Ya no me fijo en las horas, para qué.

Mañana es lunes y comienza de nuevo una semana que pasará breve, como todas últimamente. Y de nuevo sábado y domingo para disfrutarlos sin la obligación eterna del trabajo. Intento estirar el fin de semana, pero el tiempo se me escapa por entre las manos, como si fuera agua que no consigo retener. Resbalan sus gotas por mis brazos y no llegan al suelo, que se evaporan antes. Así es el tiempo de nuestra vida, que se escapa por entre las manos, más cuanto más quieres retenerlo.

Ayer era verano y mañana estamos ya en Navidad. Ayer sentíamos la primavera y mañana sufriremos el invierno, sin sol que nos caliente, sin la mar de cerca, con la nieve acechando.

No me atrevo a mirar el reloj, que ya acabó el fin de semana, creo. Invado el lunes escribiendo con la esperanza de que pronto termine y llegue el martes. Después viene el viernes, que miércoles y jueves apenas cuentan. Y otro fin de semana, y otra semana laboral y otro mes. Y llegará el verano, con esos días de vacaciones llenos de mar, y de sal y de sol, que transcurren como un suspiro… y otro año más. Y, de nuevo, el trabajo, y los fines de semana que uno intenta extender sin conseguirlo.

Y sin darme cuenta he cumplido otro año y van… Es entonces tiempo de recordar, pero no quiero hacerlo porque me imagino viejo. Entonces sueño que los años no pasaron y aún soy joven. Cierro los ojos y respiro hondo y me rebelo contra el tiempo que se me escapa por entre las manos, y las estrujo para entresacar esas gotas de tiempo que resbalan por mis brazos… y se evaporan.

4 comentarios:

Bicho dijo...

Guarismo, da igual los años que tengas... eres joven!

En el desarrollo de la cadena evolutiva alguno de nuestros antecesores metió la pata al cuadrar las semanas, no es normal que de siete días, sólo dos sean para descansar... y en algunos sitios habrá que ver si esos dos se respetan!

Bueno, ya estamos a martes... miércoles y jueves no cuentan... ¡mira, ya es otra vez fin de semana, jejeje!

Un besote!

Marina dijo...

Yo estoy de acuerdo con bicho. Tú eres joven de corazón y de espíritu. ¿Si no de qué esto de meterse en los blogs y hacerse colega de una niñata descarada como yo? :)
Muy bonito post. Yo es que cuando me gusta algo no sé qué decir. Pero muy bonito, melancólico, musical como las olas, triste y esperaznador al mismo tiempo.
Un abrazo.

Ana Pedrero dijo...

Pues que sean felicidades, en cuatrocientas palabras. Y que cumplas cuatrocientos más, querido Miguel.

Cuatrocientos besos. :)

Guarismo dijo...

Carolina, Marina: gracias por lo de joven... si hay un piropo que me gusta es ése, precisamente.

Carolina: efectivamente, nuestros ancestros cuadraron mal la semana... aunque no nos quejemos: yo llegué a trabajar hasta el sábado y mucho antes ni siquiera se descansaba el domingo en algunos oficios...

Marina: también me gusta que me halaguen mis 400 palabras... sobre todo si viene de una niña tan descarada como tú. Tiene mucho más mérito. Gracias.

Ana: no he cumplido años aún (aunque lo pareciera por alguna frase). Mi nocumpleaños será en marzo. Tendré que escribir una entrada para celebrar que no cumplo enta años. Gracias por tus cuatrocientos besos.