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viernes, 25 de julio de 2008

60. Reflexiones, en 400 palabras (treinta y siete).

Reflexiones

A veces uno reflexiona sobre el pasado y el futuro... y termina concluyendo que lo del futuro es mejor dejarlo.

Me explico: recordar el pasado es posible, aunque yo creo que del pasado sólo se recuerda lo que tu subconsciente quiere. Desconozco la razón, pero hay años de mi vida que he borrado sin querer. Mi primer recuerdo de niño data de cuando yo debía tener siete años. Son recuerdos intrascendentes, aunque significarán algo, supongo: una noche de Reyes en que me traían una bici, un paseo con mi padre en el que perdí una pelota y él me razonó y me enseñó muchas cosas, una visita con mi madre a una vecina que daba el pecho a su hijo y poco más. Entre los siete y once años, escenas borrosas, algún enamoramiento incluido y alguna que otra gamberrada. De los once a los diecisiete, sólo algunos recuerdos vagos, enamoramientos incluidos también, olvidando a mucha, mucha gente. Hasta los veintitrés, un par de novias, un par de amigos, alguna que otra escaramuza... Desde entonces algo más. Pareciera que empecé a vivir a esa edad –será cuando por fin tuve uso de razón- porque recuerdo esos años con mayor intensidad, aunque tampoco mucha.

Sí puedo resumir el pasado diciendo que toda mi vida ha sido una espera, desesperada a veces, esperanzada otras. Supongo que es así para todos. Todavía mi vida es una espera.

Entonces intentas reflexionar sobre tu futuro y te armas un lío, un gran lío. Es mejor dejarlo, decía, porque ¿acaso lo conozco? ¿Acaso lo conoce alguien? Esperas lo que ocurrirá mañana, más o menos, pero ¿y dentro de un año o de dos? Tantas veces planifiqué y tantas veces cambiaron las cosas que había previsto... No, no merece la pena reflexionar sobre el futuro. Merece la pena, eso sí, trazar la línea de lo que quieres ser, de lo que quieres hacer. Y empeñarte en ello cuando, tras pensarlo mucho, lo tienes claro, cosa nada fácil. La duda es mala compañera, por eso merece la pena dedicarse un rato a decidir. Uno puede, y debe, empeñarse en ser lo que pretende y en hacer lo que se quiere. Luego saldrá como salga, pero uno ha de emplearse a fondo.

Lo peor, claro, es la incertidumbre, aunque esto hace el futuro interesante en sí mismo; e inútil, probablemente, reflexionar sobre él. ¿Cómo será? Y quién lo sabe...

2 comentarios:

Bicho dijo...

No podías titular tu entrada de otra manera más acertada: Reflexiones!

Creo que esos altibajos en los recuerdos son normales.La memoria autobiográfica (que es la que contiene nuestras vivencias personales, por decirlo de una manera sencilla), comienza a formarse en torno a los 3 años gracias a las narraciones que nuestras madres hacen de cómo éramos o qué hacíamos. Es frecuente que recordemos más datos concretos de la etapa que se desarrolla entre la adolescencia y el comienzo de la edad adulta, porque es en esos años dónde suelen sucederse la mayoría de los acontecimientos que consideramos cruciales en nuestra vida: el primer amor, la entrada en la universidad, el primer trabajo, el nacimiento de un hijo, etc. Además estos hechos suelen tener un componente emocional mucho más intenso, lo que hace que las huellas de memoria se consoliden de una manera más "profunda".

Al final, pensar en el futuro (cosa que yo hago bastante a menudo, por cierto), nos remite a pensar en el presente; en cómo actuar ahora para alcanzar ese futuro con el que fantaseamos.

Si te interesa el tema de la memoria, te recomiendo alguno de los artículos de J.M. Ruíz Vargas, son muy buenos. Puedes encontrarlos en su página de la Universidad:
http://innova.decp.uam.es/main.php?id=112
(no sé si sale bien el enlace)

Perdona por la disertación que te acabo de soltar. Es que me he emocionado con el tema!!!

Un besote!

Guarismo dijo...

Gracias, Bicho (aún no sé cómo te llamas), por tu extenso comentario y tus explicaciones, que confirman lo que digo. Leeré los artículos que me propones.

Un abrazo,

Miguel