Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

Querido visitante: gracias por pasar por aquí y leerme.
Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
A mí me sirve de entretenimiento y si a ti también te distrae, ¡estupendo!.
Si, además, dejas un comentario... ¡miel sobre hojuelas! Un abrazo,
Guarismo.

viernes, 15 de febrero de 2008

32. Olas, en 400 palabras (dieciséis).


Olas

Yo las olas las empiezo a oír al amanecer, cuando me despierto en mi casa de Cái. El rumor me llega desde la mar a la ventana de mi dormitorio. Entonces sé que sopla viento de Poniente. Es el murmullo que produce la ola al romper sobre la arena, o sobre otra ola hermana que le precede. Es el rumor bronco, rítmico y constante que se te mete en el oído y disfrutas escuchando. Nunca molesta. Lo memorizo, para recordarlo luego en Madrid, lejos de la mar, lejos de mis olas.

Más tarde, aún temprano, me voy a mis calas. A la de la Gaviota. Oigo las olas; las veo; las contemplo; las disfruto. Me ensimismo mirando cómo se levantan formando una barrera viva de agua límpida y transparente, verde, que estalla en espuma blanca al romper y lame la arena cuando muere a mis pies.



Observo las variadas y caprichosas formas que cada ola adopta.
En las playas limpias de mi Cái, las olas son distintas unas de otras, son diferentes a cada momento, son variables según el viento, son desiguales en cada playa, son disímiles según las mareas, la pleamar y la bajamar.



En la cala Mansa, las olas llegan con suavidad a la orilla y rompen mansamente; en la cala de la Zarca rompen casi paralelas a la orilla, prolongando su agonía; en la cala Dulce, las olas se mezclan con el agua dulce del río que va a parar a la mar; en la cala de la Zubia, cuya franja de arena es angosta, las olas rompen contra las rocas y las desgastan lenta e inexorablemente.


Cuando en mis playas bate viento de Poniente, las olas se crecen y entonces te dejas arrastrar por ellas. Saltas hacia delante justo cuando empieza a romper y la ola te lleva consigo hasta que te deja sobre la arena. Son segundos de placer, inmerso en la mar atlántica, tan fresca.

Vuelves adentro de nuevo y te dejas acariciar por la espuma blanca de las olas, sientes su frescor vaporoso y quieres fundirte con ellas en un abrazo eterno.


Me gustan las olas de mis playas, oír su murmullo de lejos, observarlas de cerca, bañarme en ellas, disfrutar de su frescura.


La ola nace y muere y a una le sigue otra, una y otra vez, y no echas de menos a una porque otra ya la ha reemplazado.




© 2008, el autor de este blog.
























7 comentarios:

Anónimo dijo...

El mar:
El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños la marejada
me tira del corazón;
se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá? Gimiendo por ver el mar,
un marinerito en tierra
iza al aire este lamento:
¡Ay mi blusa marinera;
siempre me la inflaba el viento
al divisar la escollera!
(Rafael Alberti)

Marina dijo...

Muy bonito tu post. Me han gustado mucho las fotos... Es curioso el poder evocador que tiene el mar. Me basta con mirar un rato una foto o el vídeo que pusiste el otro día para encontrarme flotando bocarriba un día de verano, sin nada más que hacer que dejar que me lleve la corriente.
Un besote y que se mejore tu mami.

Ana Pedrero dijo...

Conozco el sabor, el azote, la caricia, el canto ronco de tus/mis olas. Su lengüetazo húmedo, la prisa en replegarse para volver al mar, la estela brillante que dejan en la arena.

Y las echo de menos, querido Miguel. No sabes cómo. Ni siquiera ellas mismas lo saben, así que díselo cuando se acerquen a la orilla.

Un beso.

estrella de mar dijo...

Por aqui las olas no se puede decir que rompan... sólo se dejan arrastrar hasta la orilla para rozarte los dedos de los pies.

No son olas, sino ondulaciones dibujadas a base de pequeñas curvas azuladas, que ni siquiera en invierno se hacen olas.

No pegan contra las rocas a no ser que llueva y haya vientos fuertes. O que nieve, como el sábado pasado y la otra vez, pero eso ocurre cada 5 años más o menos.

Entonces parece que el Mediterráneo tiene un mal día y lo quiere pagar con los pobres turistas.

Porque el Adriático y el Jónico no son mis mares... yo sólo soy una turista. Tu mar es tuyo (o al menos el trocito que baña tus calas). Pero cuando haga buen tiempo prometo hacer cientos de fotografías y estudiar el movimiento de las olas. Aunque sólo sea para contártelo

:)

Guarismo dijo...

Gracias, enero2008, muy a propósito traer a Alberti a mi mar, a mis olas...

Gracias, Marina. Sí, es una delicia dejarse arrastrar por la corriente sobre las olas... Gracias por tus deseos para mi madre. Lamentablemente falleció antes de ayer. Lo hizo dulcemente, rodeada de sus doce hijos.

Gracias, Ana, por tus palabras siempre hermosas... les diré a tus/mis olas cuánto las echas de menos. En Semana Santa, que iré por allí.

Te echaba en falta, estrella de mar. Espero que me cuentes, sí, sobre las olas de tu mar prestada. ¡No te olvides!

Gracias a todos.

Guarismo dijo...

(Las fotos del final están mal colocadas... voy a intentar arreglarlo un poco, aunque no sé si estropearé el resto).

Guarismo dijo...

(Bueno, ya están colocadas, aunque no perfectas; no me atrevo a tocarlas más).