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sábado, 31 de diciembre de 2011

243. 2012, en 400 palabras (ciento sesenta y cinco).

2012

Dos mil doce. Mil dos doce. Dos doce mil. Mil doce dos. Doce dos mil. Doce mil dos. Veinte doce. Doce veinte. Dos cero uno dos. Uno dos cero dos. Dos uno cero dos. Dos dos uno cero. Uno cero dos dos. Cero uno dos dos. Uno dos dos cero… No sé cómo pintarlo, no sé cómo escribirlo, porque no sé cómo va a ser. Empieza duro, con duros recortes. Era de esperar, a pesar de falsas promesas electorales. La “herencia” es terrible y entiendo las medidas. Qué le vamos a hacer. Todos preferiríamos que no subieran los impuestos, que los bajaran y que todo fuera bien, con pleno empleo y no con cinco millones de parados. Con déficit cero o, mejor, superávit.

Pero no es así. Ojalá que lo sea algún día. Desee luego, para que alcancemos lo deseado, hay que tomar medidas, aunque duelan. Esperemos que sean las correctas.

Yo deseo un 2012 brillante en todos los órdenes de la vida. Y se lo deseo a todos, salvo a un par de enemigos que tengo desde hace ya mucho. A ellos no les deseo nada, tampoco el mal; simplemente, nada (o que los zurzan, que es lo mismo, más o menos). Pero a todos los demás me gustaría desearles un año grande, económica y emocionalmente. Me gustaría que todos, excepto mi par de enemigos, a los que no les deseo nada, sean muy felices. Me gustaría que no hubiera hambre, ni guerras, ni enfermedades, ni calamidades, ni catástrofes, claro, como gustaría a todos. ¡Qué tontería! La utopía.

Lo bueno de que empiece un año nuevo es que nadie sabe cómo va a ser. Los hay que se aventuran y dicen que peor que dos mil once. Ojalá que no. Yo espero que se equivoquen, aunque se basen en datos conocidos.

Los hay que creen en la fuerza común. Quiero decir que creen en que si todos pensamos en lo bueno en el mismo instante, las cosas se arreglarán. La fuerza de la mente humana en comandita. Intentémoslo. Esta noche, en la campanada número doce, con la duodécima uva ya en la boca, pensemos todos al unísono en lo bueno y deseémoslo de todo corazón y con toda la fuerza de nuestra mente. A lo mejor, con todas nuestras mentes unidas deseando lo bueno, lo conseguimos.

En cualquier caso es lo que deseo a todos: todo lo bueno.

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