Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

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Guarismo.

domingo, 1 de mayo de 2011

214. Secuestro, en 400 palabras (ciento cuarenta y seis).

Secuestro

Ángela había sido secuestrada. Salía del supermercado cuando un hombre la paró para charlar con ella y la fue dirigiendo con habilidad hacia una furgoneta aparcada en la esquina.

—No, no muchas gracias —decía Ángela.

—De acuerdo, pero acérquese a verlo, será sólo un segundo.

—Le he dicho que no. Adiós.

En ese instante, el hombre la empujó dentro de la furgoneta, que tenía las puertas traseras abiertas, y las cerró rápidamente. Dentro, su compinche le tapó la boca, le puso una cinta adhesiva y le ató pies y manos no sin dificultad. El hombre miró a su alrededor buscando algún testigo inoportuno, pero no vio a nadie atento a la maniobra. Respiró tranquilo, se subió a la furgoneta y arrancó.

—Tápale también los ojos —le dijo a su compinche.

Su compinche lo hizo. Inmovilizada y sin poder gritar, Ángela se revolvía como una fiera sobre el suelo del vehículo y daba patadas contra las paredes del habitáculo. El compinche la hizo parar:

—Una patada más y te desnudo —le dijo.

Ángela dejó de patear y comenzó a llorar de impotencia y de miedo. Ahora se daba cuenta de lo que había pasado: la habían secuestrado. Repasó en unos segundos su vida buscando alguna razón que lo explicara, pero no encontró ninguna. Ella era una persona normal, con un trabajo normal, cierto que con un buen sueldo; su marido también tenía ingresos altos: como empresario en el sector farmacéutico no le iba nada mal y el tren de vida que llevaban era de lujo.

“Pedirán un rescate”, pensó Ángela, ligeramente esperanzada y creyendo que podrían pagarlo.

La furgoneta paró y entre el hombre y su compinche la metieron en el sótano de una casa que, por la ausencia de ruidos y el suelo de tierra, Ángela supuso que estaba aislada en el campo. Le quitaron la venda de los ojos, pero no la cinta de la boca ni las ataduras de manos y pies. La tumbaron sobre una cama cochambrosa. El cuarto estaba apenas iluminado. El hombre y su compinche llevaban pasamontañas que les tapaban toda la cara excepto los ojos.

—Dame el teléfono de tu marido.

—Diez millones, son diez millones por tu mujer. Pagas, o la violamos y la matamos —le dijo el hombre delante la mujer.

El pánico se adueñó de ella.

El compinche le dijo al hombre:

—Mientras esperamos, podemos disfrutar. Mira qué cuerpo tiene.

2 comentarios:

ximdany dijo...

Hola Guarismo:

Mi nombre es Ximena Pino. Soy la autora de un poema llamado Windreamer. Publicado en el 2007. Por esas cosas de la vida dejé de publicar y me entró la nostalgia por mi blog hoy. Esta mañana he visto la entrada que dejaste...en no sé que fecha y me sentí muy mal por no haberlo visto antes.
Bueno, si aún estás interesado en incorporar mi poema a tu página, estaré muy feliz de colaborarte. Me llena de alegría que le veas algo que te interese y me parece apropiado para lo que lo quieres. Si quieres publicarlo puedes poner mi nombre y que soy de Chile. Con eso estaría muy contenta.
No he encontrado tu correo...por eso te publico una entrada. No sé como darte mi correo por interno jaja.
Saludos y espero tener respuesta tuya.

Guarismo dijo...

Ximena: mi correo es guarismo@gmail.com. Escríbeme ahí, por favor, y déjame tu correo.

Gracias,

Miguel