Te cogí por las alas
antes de que levantaras el vuelo.
Te las sujeté para evitarlo,
pero no pude.
Levantaste el vuelo y me llevaste contigo.
Volamos juntos cuando yo quería que nos quedáramos en tierra.
Nos quedaba mucho por hacer.
Tú creías otra cosa, ya lo sé.
Tú pensabas que había llegado el momento y querías volar.
Y volaste; me arrastraste en tu vuelo.
Quise retenerte, pero no pude.
“Volaremos luego”, te dije.
“Volamos ahora”, respondiste,
y desplegaste tus alas,
que me rodearon.
Me hiciste volar como nunca volé,
me hiciste verlo desde una nueva perspectiva,
aunque yo me resistí hasta que no pude más.
Y entonces me dejé arrastrar por tu vuelo impetuoso.
Ya no te dejaré nunca volar sola;
volaré contigo.
antes de que levantaras el vuelo.
Te las sujeté para evitarlo,
pero no pude.
Levantaste el vuelo y me llevaste contigo.
Volamos juntos cuando yo quería que nos quedáramos en tierra.
Nos quedaba mucho por hacer.
Tú creías otra cosa, ya lo sé.
Tú pensabas que había llegado el momento y querías volar.
Y volaste; me arrastraste en tu vuelo.
Quise retenerte, pero no pude.
“Volaremos luego”, te dije.
“Volamos ahora”, respondiste,
y desplegaste tus alas,
que me rodearon.
Me hiciste volar como nunca volé,
me hiciste verlo desde una nueva perspectiva,
aunque yo me resistí hasta que no pude más.
Y entonces me dejé arrastrar por tu vuelo impetuoso.
Ya no te dejaré nunca volar sola;
volaré contigo.
3 comentarios:
El verbo arrastrar en todas sus conjucaciones y personas siempre va algo sujeto a lo negativo. Pero qué maravilloso dejarse seducir así por un vuelo. Aunque sea en contra de la voluntad de uno.
Un beso, Miguel.
Y el verbo volar, siempre presente. Precioso poema y precioso vuelo.
Besos.
Gracias, Fusa. Gracias, Minisuina. Muy amables vuestras palabras.
Sí, fue un fantástico vuelo, que aún continúa...
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