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sábado, 12 de septiembre de 2009

127. Cái, en 400 palabras (ochenta y dos).

Cái

Tras las fotos del espléndido mes de agosto en mis playas de Cái (lo siento; sé que lo prometí y hasta escribí 400 palabras tratando de hablar mal de Cái… pero ¡qué le vamos a hacer! no soy capaz… y Cái ya está lleno hasta la bandera; no creo que yo lo solucione), espléndido mes, decía —tres semanas para ser preciso— he de confesar que echo de menos aquello. Ahora toca trabajar, sí, no hay más remedio, y no puedo volver allí hasta… ¿el puente de diciembre, quizá? ¡Qué pena! Envidio a muchos de mis hermanos, que son muchos, porque viven allí. Cái es otra cosa. Allí existe eso a lo que ahora llamamos calidad de vida. Aquello es pa viví tolaño. Cierto es que el paro es el más alto de España y que poca industria y trabajo quedan. Pero esto no es culpa de Cái. Es culpa de los políticos de turno —largo turno— a los que parece importar un higo que el paro, allí, bata el record cada mes.

Yo echo de menos mis playas, y la gente, y la temperatura, y los vientos.

Los vientos… hasta echo de menos el Levante, con la mala fama que tiene. Pero cuando sopla Poniente, húmedo, fresco, que has de ponerte un jersey por las noches de agosto, y sopla una semana seguida, echas de menos la caló que trae el Levante. Luego llega este viento y maldices sus rachas y la caló que hace, pero te acuerdas del Poniente y por la noche lo agradeces. Lo agradeces y te vas a la playa a bañarte cuando se pone el sol por la mar, allá en el horizonte. Y disfrutas del agua fresca, límpida, de sus olas, que frena el viento y las hace pequeñas, de la arena húmeda, del cielo azul anaranjado, de la vista… disfrutas de tantas cosas. Te llenas de vida.

Y si sopla Poniente, disfrutas del sol en las playas sin pasar calor, disfrutas de las olas grandes, disfrutas de la brisa que viene de la mar, fresca, que te envuelve con su humedad. Y, por la noche, te abrigas un poco.

Si el viento es Sur, tienes nubes por la mañana, normalmente.

Pero ahora toca Madrid y trabajar, que no está mal, no me quejo. Sólo que echo de menos mi tierra, mi gente, mis playas, mi mar, mi arena, mis gaviotas, mis vientos...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha hecho gracia eso de pa viví tolaño. Yo, sin embargo, creo todo lo contrario... estoy demasiado acostumbrada a Barcelona y a las Barcelonadas como para vivir en Cádiz. Eso sí, una temporadita larga allí, relajada, escribiendo, observando...
Un beso, Miguel.