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viernes, 31 de julio de 2009

121. Vacaciones, en 400 palabras (ochenta).

Vacaciones

Mañana, sobre las siete, temprano, espero tener el coche listo y cargado, con poco, somos de poco equipaje, para comenzar las vacaciones de agosto. Tres semanas. Voy a Cái, claro, al paraíso. Aunque debiera decir “paraíso”, que no paraíso, que ya no lo es. O no lo es tanto.

Aún conservo en mi retina aquellos veranos de playas solitarias, en sitios paradisíacos. Por ejemplo, los Caños de Meca, otrora PARAÍSO, con mayúsculas, cuando los únicos bañistas éramos mi mujer (¿mi novia, entonces?) y yo y los únicos “mirones”, dicho con todo el cariño del mundo —y más hoy—, la pareja de guardias civiles que batían el acantilado por si aparecía alguna lancha contrabandista de tabaco, que es lo que había en aquellos tiempos… cuando tras el baño en la mar transparente de olas espumosas podías quitarte la sal con el agua dulce de los caños que caían por el acantilado. Y beberla. Luego, aparecieron nudistas —cosa sana—, pero los mirones descarados y pordioseros ensuciaron aquellas preciosas calas. Dejamos de ir hace más de 34 años… ¡Qué pena!

Descubrimos otros sitos y, cuando Cái no estaba tan de moda, disponíamos de playas kilométricas para nosotros solos.

Ahora ya no. Son lindas, maravillosas, las playas de mi tierra. Atlántico abierto, agua limpia, aunque no siempre transparente por la arena que remueven las olas, agua fresca, agua deliciosa. Con sus vientos: el de Levante, caluroso, que levanta la arena y te la clava en el cuerpo como alfileres; el de Poniente, que te refresca, pero te permite tomar el luminoso sol sin pasar calor; el viento Sur, que trae nubes a la playa por la mañana y deja un paisaje un tanto triste, silencioso, calmo, sin sol pero templado. Pero ya no están solitarias mis playas de Cái.

Aún así, no importa. Yo voy a una hora (no diré cuál, no sea que me copien) y me vuelvo cuando la playa se llena. A mí, a nosotros, nos gusta la playa vacía. Mi mujer anda; yo corro un rato, seguido por mi perro Golfo, que me ladra. Luego paseo, hago fotos, tomo el sol. Me relajo disfruto, gozo. Son las tres horas mágicas de cada día de vacaciones.

Luego la rutina deliciosa, casi todos los días lo mismo: descanso, lectura, siesta, escritura, cena, charla, partida de cartas… hasta que se acaban los días, pero ya vendrá el año que viene.

6 comentarios:

Bicho dijo...

Oh Guarismo, yo iba a los Caños con mi familia cuando era muy peque y aún se consideraba un paraíso. Después llegaron las modas y los hippies, cierto. ^^

Conil es ahora mismo un infierno, en cuanto te despistas tienes a una familia de domingueros abarrotando tu "espacio vital"... pero aún es una delicia darse un buen paseo cuando está saliendo el sol!

Espero que disfrutes muchísimo de tus vacaciones. Y nos regales unas buenas fotos, como siempre.

Por cierto, has clavao (nunca mejor dicho) la descripción del maldito levante.

Un besazo!

Anónimo dijo...

¡Y bendita sea esa rutina de vacaciones! Baño, lectura, escritura, descanso, partida de cartas... y todo enmarcado en Cádiz que, aunque no he estado, basta con leerte hablar de él para enamorarse.
Disfruta mucho de todo lo tuyo, Miguel.
Un abrazo.

M@r@ dijo...

Esto me recuerda a una chirigota de este año,la otra tarde vi llover,vi gente correr...Esto es vientoelsur...:)
Que bonico mi CaÍ.
Bss

Guarismo dijo...

Sí, Bicho, era el paraíso. Hasta Conil lo era. Ahora todo está inundao de gente... ¡qué pena!

Si quieres leer una descripción del maldito viento, lee mi "Viento de Levante". Parece que gusta (la puedes encontrar en bubok.es o lulu.com).

Fusilla: tienes que venirte un día por mi tierra. Avísame con tiempo y te "preparo" el viaje. Y si coincidimos, te invito a pescaíto frito.

M@r@: gracias por acercarte por aquí... ¡Que bonico es mi Cái, sí...!

Un abrazo a las tres,

Miguel

Marina dijo...

¡Hola!

Disfruta de tus vacaciones. A mí también me gustan las playas vacías y los sitios vacíos, en general. Creo que en el mundo, o al menos en nuestro mundo español de clima cálido, sobra gente (así, en abstracto, que no es que quiera ir por ahí deportando veraneantes).

Sólo nos queda a nosotros los solitarios ir saboreando los pocos momentos de tranquilidad que nos brinda el mundo moderno... y cuando todo se vuelva muy feo, caminar con un pensamiento delante de los ojos, como el personaje de Kundera.

Un besote.

Guarismo dijo...

Gracias, Marina. Las playas cada vez más llenas... ¡en Cái! Horrible. Por muy temprano que bajara (y voy cada vez más temprano) o ya hay alguien o llegan a los diez minutos... En fin, ya no es lo que fue, con lo que me gusta, como a ti, la playa solitaria... ¡pá mí solo!

Ya he vuelto de vacaciones y me estoy iuncorporando a la no-vida, como dice un amigo mío. ¡Qué pena! Pero las he disfrutado un montón.

Lee mi próxima entrada.

Un abrazo, niña.

Miguel