Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

Querido visitante: gracias por pasar por aquí y leerme.
Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
A mí me sirve de entretenimiento y si a ti también te distrae, ¡estupendo!.
Si, además, dejas un comentario... ¡miel sobre hojuelas! Un abrazo,
Guarismo.

sábado, 28 de enero de 2012

248. No te aguanto más, en 400 palabras (ciento setenta).

No te aguanto más

—¿Sabes?

—Qué.

—Que no te aguanto.

—¿Por qué?

—Porque eres insoportable.

—¿Insoportable yo?

—Sí, tú.

—¿No será al revés?

—¿Cómo? ¿Que soy yo insoportable?

—Sí.

—No, no. Eres tú a quien no soporto. Yo a mí me soporto muy bien.

—Claro, y yo a mí.

—Me cuesta creerlo, porque eres insoportable. Y si eres insoportable lo eres para todos. Para ti también.

—Pues yo me soporto muy bien.

—Permíteme que lo dude. Ayer me decías que no te aguantabas.

—Bueno, era una forma de hablar, no te lo tomes al pie de la letra. Ayer pasé un mal día.

—Ayer y anteayer, y hoy. Estás insoportable.

—Pues no estás tú mejor.

—¿Que no? A mí se me aguanta. Pero a ti no. Llevas una temporada que no hay quien te soporte.

—Eso lo dirás tú. Ni mi familia, ni mis compañeros de trabajo, ni mis amigos me dicen eso.

—Será porque te han visto poco últimamente.

—Me ven todos los días.

—Pues se lo han callado, como me lo he callado yo todos estos meses. Llevas mucho tiempo así.

—¿Meses?

—Meses, sí. Hasta ahora me he callado y he intentado soportarte. Pero ya no puedo más.

—Dime las razones.

—Hay muchas. ¿Por cuál quieres que empiece?

—Y yo qué sé. Eres tú quien dice tener razones. Dímelas.

—Bien, en primer lugar estás insoportable.

—Eso ya me lo has dicho, pero quiero saber por qué.

—Porque no te aguanto más.

—Eso no es una razón, es una consecuencia. Si no me aguantas será por algo, ¿no?

—Sí, claro, por supuesto. Por muchas cosas.

—¿Cómo cuáles?

—Pues mira, llevo tiempo aguantándome si decirte nada con la esperanza de que cambiaras. Así un día y otro. Supongo que te has dado cuenta de mi paciencia, ¿no?

—Pues no. No me he dado cuenta de nada. Lo único que sé es que hoy me estás insultando diciéndome que no me aguantas más y no sé por qué si no me lo dices.

—Te lo estoy diciendo, pero tú no quieres entender.

—¿Entender? Entender qué, si no me lo dices.

—¿Cómo que no te lo digo? Llevo un buen rato diciéndote que estás insoportable y no me haces ni caso.

—¿Que no te hago caso? Te pido que me des razones y no me das ninguna.

—¿Pero qué razones necesitas?

—Al menos una, dime sólo una.

—Que no te aguanto más.

No hay comentarios: