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sábado, 28 de mayo de 2011

218. Imaginación (2), en 400 palabras (ciento cincuenta).

Imaginación (2)

Es cierto que, para escribir, se necesita tener imaginación. En su cuarta acepción el DRAE la define como “Facilidad para formar nuevas ideas, nuevos proyectos, etc.”. Bueno, pues eso es lo que me falta a mí estos días: no tengo ninguna facilidad para formar ninguna nueva idea. Y tengo un compromiso personal que cumplir: publicar algo este domingo en mi cuaderno de bitácora. En 187 semanas desde que lo inauguré, he publicado 217 entradas, algo más de uno por semana, más de lo que me prometí. Hoy me enfrento con esta falta de imaginación a mi compromiso. Tengo muchos defectos, pero me gusta cumplir con mi palabra. He de hacerlo, de lo contrario me siento mal. Quizá me inculcaron desde siempre un sentido de la responsabilidad que no sé si es el acertado, pero que me hace cumplir o, al menos, intentarlo, con mis obligaciones. Aunque, como en este caso, las obligaciones sean conmigo mismo... y con mis lectores fieles, que sois pocos, pero fidelidad que agradezco profundamente.

No cabe duda de que el tiempo relaja las costumbres, las obligaciones, y ganan no me faltan de saltarme una semana. A fin de cuentas, ¿a quién puede importar sino a mí? Y yo puedo hacer la vista gorda, y hasta sentirme libre de una obligación: al ser humano eso le encanta y yo no soy una excepción. Claro que surgirá el remordimiento o la sensación de fracaso, pero haciendo un esfuerzo es algo que se supera...

Escribiendo, trabajando, dedicándose, la imaginación surge. Decía que para escribir se necesita imaginación, pero también esfuerzo. Sin esfuerzo la imaginación es baldía, probablemente. Lo fácil probablemente no exista...

El hecho es que, relatando mis cuitas al escribir, estoy rellenando mis cuatrocientas palabras, según mi costumbre. Como ya escribí aquí en otras ocasiones, sé que no aburriré mucho al lector: entre uno y dos minutos. No más. Así que, aunque lo que escribo sea una estupidez, mi conciencia no se siente muy culpable: sólo te hice perder, lector, dos minutos y, a cambio, yo he cumplido con mi compromiso. Me gusta hacerlo.

De todas formas, he de cultivar mi imaginación. Ahora dispongo, por fin, de tiempo, de mucho tiempo, y no quiero desperdiciarlo. Tendré que disciplinarme, que marcarme un horario de trabajo y esforzar mi mente para que sea creativa.

Tengo pendiente un cuento y un par de novelas y he de ponerme a ello.

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