El efecto mosquito
Estaba yo sentado a la mesa de un chiringuito en una de mis
playas (cosa rara, pues a mí me gusta la playa, no los chiringuitos de la
playa), cuando un molesto mosquito se me acerca tanto que su zumbido me ensordece
el oído izquierdo. Abro la mano, estiro el brazo y lo impulso con todas mis
fuerzas para cazarlo. El mosquito se escapa, pero mi mano abierta va a dar en
la cara de un señor que en ese preciso momento se levantaba de la silla. El
señor era bajito y fuerte. Se parecía a un vecino que tengo que es un venao, y que odio profundamente, y por un
instante me pareció que le daba a él. ¡Que se joda! Pero no, ese señor no era. Cayó hacia atrás y se agarró al
palo del sombrajo. ¡La que lió (liamos)! El palo cedió, el sombrajo se desplomó
y destrozó la barra y el techo del chiringuito, destruyendo todo en un
cataclismo inesperado. Oí gritos, vi heridos, olí sangre y escuché tacos en
arameo. Llamé al 112 pidiendo una ambulancia y los bomberos. ¡De prisa, que
esto se derrumba! Yo estaba ileso y acudí a ayudar al primer herido que me
encontré: el hombre que recibió mi bofetada. Me quería pegar y yo quería
ayudarlo. Sin solución: me devolvió la bofetada. Caí hacia atrás y le rompí la
pierna a una pobre mujer que intentaba levantarse. Oí las sirenas. Al
chiringuito se llega por un terraplén que baja hasta la playa. Vi bajar por él,
a toda marcha, al coche de bomberos y tras él a la ambulancia. Los bomberos
frenaron cuando empezaron a bajar por la empinada rampa, la tierra les hizo
derrapar y el coche volcó, se salió del terraplén y se precipitó sobre lo que
quedaba de chiringuito. La tierra tembló. Gritos, más sangre, más heridos. La
ambulancia frenó en seco, al ver el coche de bomberos. El conductor salió por
el parabrisas, no debía de llevar cinturón de seguridad, y enfermero y
doctora, que iban detrás, se golpearon hasta quedar sin sentido. Eso lo supe
después, reconstruyendo los hechos.
La tierra volvió a temblar, y esta vez no fue por el
impacto, que ocurrió un rato antes. O sí.
A lo lejos, en la mar, vi una ola que crecía y crecía y venía hacia nosotros.
A lo lejos, en la mar, vi una ola que crecía y crecía y venía hacia nosotros.
Me río yo del efecto mariposa.
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