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domingo, 15 de julio de 2012

274. El anciano, en 400 palabras (ciento noventa y tres).

El anciano

Parecía cansado, muy cansado, el hombre. Yo estaba sentado en un banco del parque que tengo enfrente de casa, leyendo el periódico y con mi perrita Pizca sobre mis piernas (Pizca es pequeña y mimosa), cuando él se sentó a mi lado, con esfuerzo. “Me cuesta hasta sentarme, me duelen todos los huesos”. “¡Vaya!, lo siento”, dije. “No, no se preocupe, la vejez es así. Y gracias que vivo, que voy a cumplir noventa y tres. Lo que pasa es que esto no es vida. Y no me quejo: la cabeza aún me funciona, aunque otras cosas ya no. Si ando un rato, me canso y me duele la cadera derecha, me duelen las rodillas y todos los músculos; si me quedo sentado o tumbado unas horas, apenas si puedo levantarme, me duele todo, no se puede imaginar usted cuánto; de la próstata, ni le cuento; el corazón se me acelera a veces, sin avisar; tengo el estómago hecho una birria, apenas tolero nada; estoy medio sordo y cada vez veo menos; las manos me tiemblan, imagínese el numerito para comer, para lavarme y para leer el periódico. En fin, que es una pena llegar a viejo”. “Bueno, pero le veo bien, no parece que tenga noventa y tres”, dije yo, no exento de pena. “No, sí, si para la edad que tengo estoy bien. Estoy en una residencia, ¿sabe? Mis hijos no querían, pero tomé yo la decisión. Cuando vivía mi mujer, que en paz descanse, nos fuimos los dos a una residencia. Yo no quería ser una carga para nuestros hijos y, aunque mi mujer no estaba muy convencida, yo la obligué. Pobrecilla. Murió de una neumonía hace unos meses. Yo me he quedado solo. Los domingos me trae mi hija a comer a su casa. Está bien, pues veo a mis nietos y a mis bisnietos, que me alegran la vida. Tengo cuatro nietos y nueve bisnietos, ¿sabe usted? Por ellos quiero vivir, y por conocer a mi primer tataranieto, que está en camino. Pero esto no es vida. Yo creo que la naturaleza es injusta. Me hace vivir a mí y se lleva a gente joven. No, no es justa. A mí no me importa sufrir, pero me duele ver cómo sufre la gente. Yo debería estar muerto ya y, en cambio, otros deberían vivir. Yo ya no sirvo para nada, soy un estorbo”.

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