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viernes, 22 de junio de 2012

269.La pareja discutidora, en 400 palabras (ciento ochenta y nueve).

La pareja discutidora

Estaban enervados, los dos, ella y él. Yo estaba sentado en un banco del parque que tengo enfrente de casa, leyendo el periódico y con mi perrita Pizca sobre mis piernas (Pizca es pequeña y mimosa), cuando una joven pareja se sentó a mi lado, discutiendo. Debían llevar discutiendo ya un buen rato, pues se les veía acalorada a ella y muy serio a él. “No, así no”, decía ella. “Pues tendrá que ser así”, contestaba él. “Pues no, ni pensarlo”. “Pues tú verás”. Se callaron, quizá al denotar mi presencia. Yo seguí leyendo el periódico. Los miraba de reojo. No creo que pasaran de los treinta ninguno de los dos. Los dos, guapos: ella, rubia, con muy buen tipo, cutis perfecto y unos ojos azul mar; él, de piel morena, ojos castaños y porte elegante. Ella lo miró y trató de sonreír. Más que una sonrisa le salió una mueca. Él la miró, muy serio, como diciendo: ¿intentas sonreír con la que estás liando?, pero no lo dijo. Al rato, él le cogió la mano y ella dio un respingo y quitó la mano inmediatamente. No se dijeron nada. Más tarde, yo ya había leído el periódico, él dijo: “Muy bien. Tenemos que aclarar esto”. “Sí”, respondió ella. “Entonces, ¿lo analizamos otra vez?”. “Mira que eres pesado, ¿no?”. “Acabas de decirme que sí”. “Que sí, ¿a qué?”. “A que tenemos que aclararlo”. “Sí, pero no me refería a ahora”. “¿Cuándo, entonces?”. “Cuando me calme, estoy excitada”. “¿Excitada? Pero si tú no te excitas, ése es el problema”. “Mira, eso es culpa tuya, no sabes hacerlo”. “¡Que no sé…! Bueno, mira, lo que no puede ser es que sólo lo hagamos una vez a la semana y encima no lo disfrutemos. Porque, si tú no disfrutas, yo tampoco”. “¡Cínico!”. “Es verdad”. “Tú siempre piensas en lo mismo y no me das tiempo”. “¿Qué no te doy tiempo? ¡Venga ya! Ahora la excusa es el tiempo, ¿no?”. “No es excusa. Es que me siento acosada. Alguna vez me gustaría llevar a mí la iniciativa”. “Bien, de acuerdo. Tú me dices”. “Pues ya está”. “¿Ya está qué?”. “Que ya está aclarado, ¿no?”. “Si tú lo dices… lo que ha pasado es que yo he cedido, como siempre”. “¡Qué cínico eres! El problema es que tú siempre quieres salirte con la tuya y nunca me comprendes”. Me hice el sueco.

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