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domingo, 19 de febrero de 2012

251. El cierro, en 400 palabras (ciento setenta y tres).

El cierro

Me gusta asomarme a la calle. Lo hago por el cierro del salón, ese mirador que en mi tierra gaditana llaman así: cierro. El cierro está a nivel de calle y generalmente se cierra con puertas de cristales. Tiene una ventaja: te puedes ocultar tras los visillos y escuchar lo que se dice fuera sin ser visto; incluso puedes ver sin que te vean, si eres prudente. A mí me gusta ver y oír lo que pasa fuera, enfrente de mi casa. Hay una parada de autobús y siempre hay gente. Cerca hay un hospital y está el ayuntamiento, por lo que por delante de mi casa pasa mucha gente y mucha se detiene a esperar el autobús. Soy cotilla, lo sé, pero me encanta oír lo que dice la gente. Suelo tomar apuntes de lo que oigo, porque estoy escribiendo un libro. Sospecho que tardaré años en terminarlo, porque no todas las conversaciones que oigo ni todos los personajes que veo son dignos de aparecer en mi libro. Soy muy selectivo, sólo quiero escribir aquellas historias que tengan interés y describir sólo a la gente que sea interesante. Es muy entretenido, porque en cuanto oigo algo o veo a alguien empiezo a tomar apuntes. Cuando el tema o las personas no me interesan, tacho todo y espero a la siguiente conversación. Tengo que ser paciente, porque ¡hay que ver cuántas tonterías dice la gente! Hay días que no consigo salvar ni una historia de mis apuntes. Todo lo anotado son nimiedades, porque nimiedades son las que se han dicho delante de mi casa, mientras se espera al autobús. A veces me desespero, pero procuro tener paciencia. Algún día oigo un tema interesante y entonces me pongo como loco a escribir. Lo hago tan rápido que luego no entiendo mi letra, por eso procuro pasarlo a limpio pronto, para que me ayude mi memoria. Lo malo es cuando en plena conversación interesante llega el autobús. Me pierdo el final. Y para mi libro las historias deben de ser completas. En una ocasión en que el tema me interesaba mucho salí corriendo de casa, con mi cuaderno y mi pluma, a intentar coger el autobús. Lo perdí, pero corrí y lo cogí en la siguiente parada. Localicé a los personajes y me puse a su lado. Seguí tomando nota. Cuando se dieron cuenta, se callaron y casi me matan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajajaja, tengo una amiga que es como tu y un día en el cine, en lugar de ver la pelicula se dedicó a escuchar la discusión de una pareja que tenía detrás con tan mala suerte que decidieron terminar la discusión y ella ni corta ni perezosa, se volvió y les dijo, "pero bueno, en que va a cabar todo".
Su hermana que estaba con ella no se lo podía creer, la riñó, se marchó del cine, jajaja.