Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

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Guarismo.

domingo, 16 de octubre de 2011

235. Más idioteces, en 400 palabras (ciento cincuenta y nueve).

Más idioteces

Fui al supermercado a comprar fruta y me traje fruta, cervezas, queso, vino, carne, empanadillas, canelones, unos calzoncillos, calcetines, fuet, pescado y espinacas. También me compré unas ruedas para el coche y un muñeco para la niña. Una pasta. Estoy escuchando música de Beethoven, que me encanta, pero el ruido de la calle me impide disfrutarla a tope; cerraré la ventana. Abajo está el afilador, que viene una vez al año. Me gusta su flauta; es inconfundible. La melodía, digo, que la flauta no la veo. Seguro que cuando decida bajar a que me afile unos cuchillos ya se ha ido, siempre me pasa lo mismo por tardar en decidirme. Lo de la Puerta del Sol empezó con mucho sentido, pero ha degenerado, ¿no? Aunque ahora viene el 15O, internacionalizado, tras aquel 15M. Vale. He abierto las ventanas de la cocina y del salón y estoy en plena corriente. Empiezo a estornudar sin remedio; cerraré el salón. Me ha dicho el médico que tengo la sangre espesa, las arterias estrechas y que deje de fumar. Vale, vale, vale. Cada vez me gusta más el metro y menos el coche. En el metro veo gente variopinta, que me entretiene. Y no falta algún guayabo al que admirar o mirar. Da gusto. Hoy comeré potaje que me ha dejado hecho mi mujer con unos garbanzos que no me dan gases. Exquisito. Ayer cené gazpacho que mi mujer hace mejor aún que el potaje, que ya es decir. Estoy leyendo una novela “gorda” que me gusta mucho, pero como leo al acostarme, sólo leo una página al día, si llega. Me durará eternamente, salvo que la lea en otro momento. ¿Por qué a las once de la noche me entra un sueño tremendo? Esta mañana me levanté con ganas de trabajar y luego se me ha ido el tiempo en idioteces. Menos mal que tenía ganas. La semana que viene me gustaría ir a la playa y olvidarme de todo. Para mí la playa y el sol, y la mar, son media vida. Allí revivo y soy otro. Pero no podré ir, qué mala suerte. Mi amigo el del pecé que tengo que arreglarle no contesta al teléfono. Mejor, así no se lo estropeo, aunque me quedo sin vino, qué pena. Me regala unos riojas exquisitos. He encendido y apagado hasta cuatro pitillos mientras escribo y me acuerdo del médico, ¡joder!

2 comentarios:

Bicho dijo...

La de cosas que se nos pueden pasar por la cabeza en un momento Miguel!!!Demasiado a menudo me enfrascó en un puñado de reflexiones de ese estilo, que no llegan a ningún puerto y me distraen de las cosas que debería hacer... ains!

Si al final logras escaparte a la playa no dejes colgar algunas fotillos. He vuelto a Madrid después del verano y tengo una morriña gaditana que me muero, jejeje!

Un besazo!

Guarismo dijo...

Gracias, niña, por acordarte de mí.

Si voy a la playa, colgaré fotos, por supuesto.