Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

Querido visitante: gracias por pasar por aquí y leerme.
Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
A mí me sirve de entretenimiento y si a ti también te distrae, ¡estupendo!.
Si, además, dejas un comentario... ¡miel sobre hojuelas! Un abrazo,
Guarismo.

domingo, 5 de junio de 2011

219. El autobús, en 400 palabras (ciento cincuenta y una).

El autobús

Adrián coge el autobús todas las mañanas de días laborables a la misma hora, más o menos. Él es puntual, a las 7,15 está en la parada; el autobús se retrasa aunque a veces llega a su hora. Adrián ya conoce al conductor, y a muchos viajeros a los que saluda tímidamente. No se fija mucho en ellos y suele enfrascarse en su lectura una vez que se sienta. De vez en cuando la interrumpe para mirar por la ventana. Por eso le gusta el autobús más que el metro. Ve el tiempo que hace, ve la ciudad moviéndose a primera hora de la mañana. Ve el parque que bordea el autobús en su ruta y va notando la llegada de las estaciones. Le gusta ese parque inmenso, lleno de colorido, de unos colores que varían con los meses del año. Le encanta.

Como le encanta esa niña que desde hace un mes sube en la parada siguiente a la suya. Le llama niña, aunque no lo sea pues debe andar cerca de los treinta. Pero para él, treinta y nueve, es una niña. Morena, de ojos castaño oscuro, casi negros, piel tostada, delgada y unas piernas muy largas. Es alta, y eso le gusta porque él mide cerca de 1,90. Esa niña, como él la llama, es la responsable de que haya dejado de leer. Abre el libro, pero no lee. Su mirada se desliza desde la página abierta a la niña. A la cara, a sus ojos, a su boca; a veces a su busto y a sus caderas, a sus piernas. No lo puede evitar. Mientras hace como que lee piensa: “¿tendrá pareja?, ¿en qué trabajará?, ¿me atreveré a decirle hola? Lo haré mañana”. Así uno y otro día.

La niña va de pie en el centro del autobús, mirando hacia la puerta. Siempre en el mismo sitio. Adrián va sentado dos filas más atrás, desde donde la observa. Sus miradas se han cruzado alguna vez, incluso en una ocasión se miraron con intensidad durante un segundo, un largo y gratificante segundo. Adrián espera a que suceda otra vez para abordarla. Ella se baja una parada antes que él y quizá uno de estos días se baje al tiempo y la siga. Y le diga hola, la invite a café, le hable, le diga cuánto le gusta desde que la vio, le coja la mano...

No hay comentarios: