Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

Querido visitante: gracias por pasar por aquí y leerme.
Aquí encontrarás ligeros divertimentos y algunas confidencias personales, pocas.
A mí me sirve de entretenimiento y si a ti también te distrae, ¡estupendo!.
Si, además, dejas un comentario... ¡miel sobre hojuelas! Un abrazo,
Guarismo.

sábado, 2 de octubre de 2010

184. Aburrimiento, en 400 palabras (ciento diecinueve).

Aburrimiento

—¿Qué haces?
—Nada.
—Nada no puede ser, algo harás.
—Pues no hago nada. No tengo trabajo.
—¿Y no se te ocurre hacer algo?
—Sí, muchas cosas, pero aquí no puedo.
—¿Por qué?
—Porque son cosas que no debo hacer aquí; aparentemente estoy trabajando.
—Pero no trabajas.
—No.
—¿Y qué vas a hacer?
—Nada. Bueno, sí, tiempo. Voy a hacer tiempo.
—¿Y qué es hacer tiempo?
—En definitiva, esperar sin hacer nada.
—¡Ah! Y esperar ¿qué?
—Esperar a tener cosas que hacer.
—Ya.
—Así es.
—Podrías ayudar a algún compañero.
—Estupendo. Si quieres, ayudo a Alberto.
—Buena idea. ¿Y qué hace Alberto?
—Creo que nada.
—Entonces, ¿a qué vas a ayudarle?
—A no hacer nada. Puede ser divertido.
—Sí, puede serlo.
...
—Jefe, ¿tienes algo para mí?
—No.
—¿Y qué hago?
—Pues... nada.
—Es lo que hacía.
—Hace un rato me has dicho que hacías tiempo.
—Sí, pero es lo mismo que no hacer nada, ¿no crees? Hago tiempo mientras a ti se te ocurre qué puedo hacer.
—Pues... ahora no se me ocurre nada. Quizá mañana.
—Me aburro. ¿No puedes adelantármelo?
—No, no depende de mí. Depende del cliente.
—Pero podemos avanzar algo.
—No si no paga.
—Pero qué más te da. Si no firma, y no paga, al menos he empleado mi tiempo.
—¿Trabajar gratis? Ni hablar.
—Y si firma, tengo adelantado un día.
—No quiero correr riesgos.
—No corres ninguno. Sólo que evitas que me aburra no haciendo absolutamente nada.
—Seguro que tienes cosas más útiles que hacer.
—¿Por ejemplo?
—Documentar el último proyecto, revisar lo que hiciste, reflexionar si lo desarrollaste de la mejor forma posible...
—Eso ya lo hice.
—¿Y?
—Creo que ahora lo haría mejor; quiero decir, lo haría de otra forma y el desarrollo sería más eficaz.
—Pues hazlo.
—Sería trabajar gratis. El proyecto ya está entregado y funcionando.
—Tienes razón, y no me gusta que trabajemos gratis.
—Entonces, ¿qué hago?
—Nada.
—Ya, es lo que hago, pero es tremendamente aburrido.
—Échale imaginación.
—La tengo agotada.
—Lee la prensa.
—No tenemos acceso a Internet, tú nos lo has quitado.
—Mmm, cierto.
...
—Oye, ya he pensado: puedes aprender.
—¿Aprender? Vale. Qué.
—Pues mejorar tus conocimientos de logística, por ejemplo.
—Un curso dices, ¿no?
—Sí, por ejemplo.
—¿Me lo pagas?
—No, claro, no están las cosas para gastos.
—¿Entonces?
—Autoestudio, por Internet.
—Pero si nos has quitado Internet.
—Es verdad... pues no hagas nada.



No hay comentarios: