Bienvenido a este mi cuaderno de bitácora

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sábado, 26 de septiembre de 2009

128. Imaginación, en 400 palabras (ochenta y tres).

Imaginación

Sábado noche, la hora mágica. Solo, delante de mi ordenador, silencio. Ya cené, intenté ver algo en la TV –maldita caja tonta: nada de nada— y di las buenas noches a mi mujer que ya se ha ido a la cama. Yo no me acuesto aún que, si lo hago, me despierto demasiado temprano y no juego al squash hasta las once. Me sobra tiempo.

Me sirvo un Lepanto y enciendo un pitillo. Silencio. El teclado apenas si se oye. De vez en cuando, el ruido de unos coches que pasan bajo mi ventana abierta, pero, ya acostumbrado, ni los oigo. Esta noche entra un fresquito agradable, tras un día caluroso, de calor a destiempo. Será el veranillo de mi santo.

Se me acaba el pitillo. Me he comprado un cigarro electrónico para fumar menos. No está mal. En toda la tarde, cinco horas, dos pitillos y tres electrónicos. Me he propuesto que, en el coche, no fumaré tabaco. Hoy lo he cumplido y no lo eché de menos. Y, en casa, fumaré menos. Me conformo con conformarme con la mitad. Ya sería un éxito. El alcohol me pide otro cigarro, pero intentaré el simulador. He de acostumbrarme.

Bostezo. La cerveza de la cena y la copa me dan sueño. Al bostezar se me saltan las lágrimas, soy de lágrima fácil, se me nubla la vista y no veo el teclado —yo escribo mirando al teclado—, por lo que me paso el rato leyendo hacia atrás y corrigiendo.

Me senté con intención de escribir sobre algo, pero ahora lo he olvidado. Ayer escribí en mi agenda: “cb”. Creo que era el título de un tema sobre el que escribir, pero no consigo descifrarlo. Mi memoria va a peor. No lo borraré por si algún día consigo recordarlo.

El hecho es que escribo, pero escribo sobre nada. No hay tema. Quizás debiera inventar uno, esforzándome un poco, y desarrollarlo. No es tan difícil, lo hice otras veces; cierto que no sé con qué éxito. Pero me entretuve y la obra hecha siempre satisface. Debería hacer como mi colega Fusa, colega de bitácora, que inventó los tuencos y los escribe con una imaginación desbordante. Yo debería inventar las 400torias, o historias en 400 palabras, y escribir dando rienda suelta a mi imaginación. Lo que pasa es que para eso hay que valer. Y yo, esta noche, no valgo. O nunca.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hubo un tiempo, hace un año más o menos, en que a mí me preocupaba muchísimo no tomar notas sobre lo que quería escribir. Se me ocurría algo, cogía el ordenador, lo escribía rápido y ya estaba listo. Como algo que nacía de dentro, algo que yo no debía trabajar, algo que no tenía mérito. Entonces vino S. y me hizo ver que todo lo contrario, que había formas de escribir y que una era la mía: la que nacía de muy adentro y no necesitaba corrección. Y que eso no debía preocuparme ni restarme valor. Y comprendí que debía seguir haciéndolo así. Porque después, alguna vez, he intentado escribir alguna nota para después desarrollarla, y me ha pasado como a ti, que, con las pocas palabras que puse suponiendo que después encenderían en mí el recuerdo, con esas palabras no ha bastado y me he sentido abandonada por mí misma, sin recordar ya para nunca lo que quise escribir. Y preguntándome una y otra vez qué querrán decir esas palabras. Sin embargo, cuando no hago anotaciones, las ideas viven dentro de mí y no dejo de alimentarlas. Así nunca se me olvidan.
Un abrazo, Miguel.
(Lo importante es escribir... siempre escribir... sobre lo que sea.)

Guarismo dijo...

Un abrazo, Fusa, y gracias por tu extenso comentario, que creo my acertado.

Miguel

Marina dijo...

Te vas acercando poquito a poquito a tus primeros cien cuatrocientos, y aún tienes el valor de decir que no vales... Venga ya, Miguel, cuéntaselo a otras :P

Cada uno escribe como sabe y como puede. Existe un cierto imaginario colectivo sobre cómo está bien escribir y cómo no. Está bien arrancarse de pasión y no dormir, está bien llenar de palabras las servilletas de los bares. Pero los hay que escriben como hormiguitas, uniformes y seguros, a pequeños pasitos trabajados. Los hay que escriben como los vagos, y ahí estoy yo.

A seguir adelante sin complejos, Guarismo, que sólo mantener uno de estos chiringuitos, por pequeño que sea, ya tiene su mérito.

Un abrazo.

Guarismo dijo...

Gracias, Marina. Creo que te pasas (cosa que te agradezco, claro) pero eso me anima a seguir y llegar a los cien 400.

¿Y tú eres vaga escribiendo? ¡Venga ya!

Un abrazo, niña.

Miguel